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Actualizado: 16 de septiembre de 2024
En cuanto llegaron a la calle del Baluarte amotináronse, empeñándose en que D. Paco las había de llevar a las Cortes, porque tenían gran curiosidad, sed devoradora de ver tan bonito espectáculo; gruñó el pobre preceptor, chillaron ellas, se aferró él al programa que le trazara su ama, rebeláronse las chicas, negándose a ir a la muralla, y luego le acribillaron a pellizcos y alfilerazos.
Es mejor, en todo caso, una niña ó una mujer solas en el mundo, que protegida por un hermano ó por un marido deshonrado. Esperaba de un momento á otro algún mensaje del señor de Bevallan. Preparábame á pasar á la casa del preceptor de la villa, que es un oficial joven, herido en Crimea, y pedirle su concurso, cuando llamaron á mi puerta. El que entró fué el señor de Bevallan.
Va usted a reírse de mí. El griego contestó ruborizándose como un colegial. ¡El griego! ¡Usted sabe leer el griego! ¿Y un hombre como usted ha podido entretenerse aprendiendo el griego? Una verdadera casualidad. Mi preceptor hubiera podido resultar un imbécil como los demás, ¿no es cierto?, pues bien, me encontré con que era un sabio. ¿Y usted lee el griego por placer? A Homero, sí.
Cuando Pablillos volvió a presentarse sin ninguna noticia, su amo le manifestó que se iba a rezar a las cuevas de San Vicente, y encaminose, en efecto, a echarse a los pies de la Virgen de la Soterraña. Al acercarse a la basílica hundió la mano en la faltriquera y extrajo el rosario de quince misterios que le había ofrecido su primer preceptor Fray Antonio de Jesús.
»Severo y brusco para todo el mundo, Teobaldo tenía para mí una dulzura y bondad infinitas. Aunque las funciones de preceptor tienen algo de enfadosas, nada podía agotar su paciencia, ni aun las rudas pruebas a que le sujetaba mi estudio de las lenguas extranjeras.
Señó abate gritó una voz, mientras una mano pesaba con formidable empuje sobre los hombros del preceptor ; siéntese y calle. Caballero dijo otro ¿se podría saber quién es usted? Soy D. Francisco Xavier de Jindama repuso con timidez y urbanidad el viejo. Lo digo porque en cuanto le vi a usted y le oí, diome olor a lechucería.
Cuando me marché, el diplomático continuaba calentando los cascos al buen preceptor, que le ofreció algunos manjares y vino de Montilla para reparar sus fuerzas. Al salir de la casa, vi en la puerta de la calle a varios hombres, no de muy buena facha por cierto, uno de los cuales llegóse a mí, y tomándome por el brazo, me dijo: ¿Conoces tú a esa gente que acaba de llegar?
No estaban en él sino los parroquianos habituales, el cura, el preceptor, el doctor Desmarest, y en fin el general de Saint-Cast y su mujer, que habitan, como el doctor, en la pequeña ciudad vecina. La señora de Saint-Cast, que parece haber llevado á su marido una bella fortuna, estaba entretenida, cuando entré, en una animada conversación con la señora de Aubry.
A veces pienso que Dios, al crear en el mono nuestra caricatura, haciendo eternamente muecas, ha querido ofrecernos el espejo del ridículo á que conducen las vanidades de la vida. Y bajo este aspecto, no hay duda que el mono es un preceptor muy importante; solo que, como sucede siempre, los discípulos no hacemos caso de la leccion y nos burlamos del maestro en caricatura.
Juan era inteligente y laborioso, e hizo tales progresos, que sus dos profesores, el cura sobre todo, al cabo de algunos años se inquietaron, pues su discípulo sabía ya casi más que ellos. Por ese tiempo fue la Condesa, después de la muerte de su marido, a establecerse en Lavardens, trayendo un preceptor para su hijo Pablo, el cual era un hombrecillo precioso, pero de los más perezosos.
Palabra del Dia
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