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Actualizado: 6 de junio de 2025


Vamos, vamos, maese Marner dijo el tabernero, poniéndose de pie entonces con aire resuelto y tomando a Marner por un hombro ; si tenéis que hacer alguna denuncia, hacedla de un modo razonable y demostrad que estáis en vuestro buen sentido; de otro modo nadie os escuchará. Estáis empapado como una rata ahogada. Sentaos, secad vuestra ropa y hablad con franqueza.

Hasta ahora sólo ha entrado el rey; pero sentáos, sentáos y escuchadme bien: exceptuando lo mal que os trata á Lerma y á vos, yo no sabría con qué pagar á quien me ha procurado los medios de llegar hasta aquí... de poder entenderme buenamente con vos: yo hubiera preferido que esa puerta hubiese dado inmediatamente al dormitorio de la reina.

El bufón se sentó en un taburete de pino, y dijo á Quevedo: Ahora podemos hablar de todo cuanto queramos: mi aposento es sordo y mudo. Sentáos en ese viejo sillón, que era el que servía al padre Chaves para confesar al rey don Felipe II. Siéntome aunque me exponga á que se me peguen las picardías del buen fraile dominico dijo Quevedo sentándose.

Su semblante aparecía pálido y triste; pero se animó cuando vió al cocinero mayor. Bésoos los pies, señora dijo éste inclinándose delante de la joven. Dios os guarde, Montiño dijo doña Clara ; ¡con cuánta impaciencia os he esperado! Sentáos. ¿Y á causa de qué ha sido esa impaciencia, señora? dijo Montiño sentándose. Anoche han pasado cosas muy graves.

Sentaos, Nancy... aquí... indicando una silla frente a él . He vuelto así que pude, para impedir que alguna otra persona os contara lo sucedido. He experimentado una gran sacudida, pero temo más lo que vais a sentir vos. ¿No se trata de mi padre o de Priscila? dijo Nancy con los labios trémulos y juntando sus manos con fuerza sobre las rodillas.

¡Comed y bebed! les decía la labradora ; esto no se ha acabado aún, y tendréis necesidad de que no os falten las fuerzas. ¡Eh, Frantz! ¡Descuelga ese jamón! Aquí están el pan y los cuchillos. Sentaos, hijos míos. Frantz, con la bayoneta, espetaba los jamones en la chimenea.

34 Jesús le dice: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35 Le dice Pedro: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo. 36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore.

Sentaos y cenemos. Los cuatro tomamos asiento y no pasó después nada digno de contarse, por lo cual me abstengo de quitar espacio y atención a asuntos de mayor importancia. D. Diego de Rumblar fue a despertarme a mi alojamiento en la tarde del siguiente día.

Pasóse la mano por la frente, hizo un violento esfuerzo, se resignó y salió y abrió la primera puerta. Que entre Ledesma dijo á uno de los oficiales. Y se volvió al camarín y se puso á papelear para disimular su turbación. Entró Ledesma. Sentáos le dijo el duque y tomad nota. Ledesma se sentó.

«Digo, así -dijo Sancho-, que, estando, como he dicho, los dos para sentarse a la mesa, el labrador porfiaba con el hidalgo que tomase la cabecera de la mesa, y el hidalgo porfiaba también que el labrador la tomase, porque en su casa se había de hacer lo que él mandase; pero el labrador, que presumía de cortés y bien criado, jamás quiso, hasta que el hidalgo, mohíno, poniéndole ambas manos sobre los hombros, le hizo sentar por fuerza, diciéndole: ''Sentaos, majagranzas, que adondequiera que yo me siente será vuestra cabecera''.» Y éste es el cuento, y en verdad que creo que no ha sido aquí traído fuera de propósito.

Palabra del Dia

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