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Diera yo aquí de buena gana un modelo de esos diálogos ó de esas relaciones; pero me abstengo de hacerlo, porque no puedo copiar junto á las palabras los ademanes, las inflexiones de la voz, la expresión de los ojos ... y la de las manos; señor, la de aquellas manos robustas, velludas, entreabiertas siempre y accionando de un modo tan pintoresco como elocuente.

Su alma es noble, y sólo porque en este sitio yo no puedo tributar elogios al penitente, me abstengo de señalar dónde está el oro y dónde está el lodo... y de hacerle ver que hay más oro de lo que parece. Sin embargo, usted está enferma; toda alma que viene aquí está enferma.

No sólo se trata de echar sobre la enorme carga de mantener, y creo que hasta vestir y calzar, a una persona que las sobrevivirá, según todas las probabilidades, carga que es de por vida o vitalicia por consiguiente; sino que además esa joven representa una abdicación, que me abstengo de calificar, una abdicación de su señor padre....

En suma, yo creo que ¡Día feliz! sería muy aplaudido en Madrid, si en Lara se diese; pero como yo no soy infalible, como el público es caprichoso y como por la lectura tal vez se notan primores que en la representación se desvanecen o pasan sin ser notados, yo me abstengo de pronosticar a fin de no desacreditarme como crítico.

Es cangrejo porque se vuelve atrás de sus mismas opiniones francamente; abeja en el chupar; reptil en el serpentear; mimbre en lo flexible; aire en el colarse, agua en seguir la corriente; espino en agarrarse a todo; aguja imantada en girar siempre a su norte; girasol en mirar al que alumbra: muy buen cristiano en no votar; y seméjase, en fin, por lo mismo, al camello en poder pasar largos días de abstinencia; así es que en la votación más decidida álzase el ministerial y exclama: ¡Me abstengo! pero, como aquel animal, sin perjuicio de desquitarse de la larga abstinencia a la primera ocasión.

En cambio me abstengo de ciertos vicios, como el de murmurar de mis superiores y compañeros profirió el capellán con acento insolente, mirando con afectación al techo. La alusión iba directamente al excusador, que acababa de hablar de la avaricia del cura. Así lo entendió él, y si no lo hubiera entendido claramente, se lo manifestaran los ojos de los circunstantes.

Sentaos y cenemos. Los cuatro tomamos asiento y no pasó después nada digno de contarse, por lo cual me abstengo de quitar espacio y atención a asuntos de mayor importancia. D. Diego de Rumblar fue a despertarme a mi alojamiento en la tarde del siguiente día.

Como mi gusto sería ahora presentarle en una situación heroica, con gran dificultad contengo mi pluma en este momento, y únicamente me abstengo de introducir semejante episodio con el profundo convencimiento de que generalmente nada de esto ocurre en semejantes casos, y tengo la esperanza de que la más bella de mis lectoras perdonará la omisión, recordando que en una crisis verdadera, el salvador es siempre algún forastero poco interesante, o bien un poco romántico agente de autoridad, y jamás un Adolfo.