United States or Faroe Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tiene también sus quiebras; el hombre jamás puede ser feliz por completo. Los solteros no tenemos quien nos repase los calcetines ni quien nos enfríe el caldo al lado de la cama cuando estamos constipados; pero en cambio hay otras ventajillas, y bien pesadas las de uno y otro estado, me parece que nosotros no llevamos la peor parte. Volvió a chupar el cigarro entornando un poco los párpados.

Haz cosas atrevidas, date a conocer, aunque sea con un gran escándalo; procura que tu nombre suene, aunque sea para decir: «¡Qué bárbaro es!». Aquí hay dos papeles, el de víctima o el de verdugo. ¿Cuál vale más? El de verdugo. Chupar y chupar todo lo que se pueda. El pueblo está sacrificado. Los grandes se comen todo lo que hay en la nación.

Hablaban lentamente, interrumpiendo sus palabras para chupar. Rojas hacía esfuerzos por contener su cólera. El día anterior le habían robado un novillo, y él atribuía esta mala hazaña á Manos Duras, ganoso de apropiarse los animales ajenos para venderlos en la Presa.

En el fondo de su alma, Pecado anhelaba ser también sanguijuela y chupar lo que pudiera, dejando al pueblo en los puros huesos; se desvivía por satisfacer todos los apetitos de la concupiscencia humana y por tener mucho dinero, viniera de donde viniese. En esto se distinguía radicalmente de su maestro, amantísimo del trabajo.

El primero es chupar los cuerpos enfermos, oficio propio de sus caciques y capitanes, que en su idioma llaman Iriabós, los cuales con este oficio se hacen mucho lugar entre los naturales, con harta ganancia, porque en vez de guisar la gallina y las otras viandas más exquisitas para el enfermo, se lo come todo el chupador, y al enfermo no le dan sino la ordinaria vianda de un puñado de maíz bien mal cocido; y si no lo quieren comer, no les da mucho cuidado, contentos con la respuesta del enfermo: ¿cómo he de comer si no tengo gana?

Al fin la cuarta se quedó. ¡Y qué lindamente comenzó a chupar el ángel mío! Me costaba trabajo no saltar de alegría... ¡como me cuesta ahora!... Pero seamos graves... seamos graves y cargantes como el señor conde... Dime, fastidioso, ¿cómo te has arreglado para traerla? Cuéntame. ¡Qué cara tenías ayer noche al abrir la puerta del salón! La cosa no era para menos.

Chupaba la niña y tosía haciendo monadas; chupaba Angelito para darle magistral ejemplo, y tomaba a chupar y a toser la colegialita, encontrando el juego muy divertido. Parecía complacerla mucho tener por maestro un grande de España, y procuraba estudiar el chic de aquellas ilustres damas, que como modelos de distinción le proponía su madre.

Olmedo no podía aguantar más la horrible desazón, el asco y el vértigo que sentía; pero continuaba con el cigarro en la boca haciendo que tiraba de él, pero sin chupar cosa mayor. Feliciana, por su parte, había empezado a campar por sus respetos. Lo dicho, la honradez y el amor eran cosas muy buenas; pero no daban de comer. El calavera de oficio no se permitió aquella noche ninguna barrabasada.

La señora de López Moreno, gorda y majestuosa como las talegas de su marido, contraía sus gruesos labios para chupar un cigarrito de papel, y reíase maternalmente al ver a su hija Lucy, recién salida del colegio, dar pequeñas chupadas en el cigarro mismo de Angelito Castropardo.

Durante la primera hora todo fué bien; fumamos, reimos y hablamos de largo, mas poco á poco se nos entró la noche por la boca de la camareta, y las nuestras dejaron paulatinamente de moverse y de chupar.