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Actualizado: 31 de octubre de 2025


Eran de amor, é iban dirigidos á una mujer cuyo nombre quedaba en el misterio, pero el secretario la reconoció desde la primera estrofa. Publíquelos mañana mismo en el mejor sitio de mi diario oficial. Como firma, la misma que llevan: El caballero de la ardiente mirada. Es un apodo que encontré en no qué novela, y me gustó tanto, que lo he guardado para .

A pesar de su grande instrucción, era desconocido en Nápoles, donde apenas ganaba lo suficiente para sus más precisas necesidades, y se vio obligado a aceptar la plaza de secretario del duque de Arcos, que un amigo le había proporcionado.

Indudablemente, Babbo Carlini me debía estar esperando afuera, sentado en las gradas de la iglesia. ¿Reconocería en este monje, reflexionaba yo, la descripción que había conseguido de Paolo Melandrini, el desconocido que debía ocupar el puesto de secretario y consejero de Mabel Blair?

Presidente del Ayuntamiento. Fiscal de la Audiencia de la Habana. Presidente Consejo Provincial. Director General Obras Públicas. Director de Sanidad. Director de Beneficencia. Director del Instituto. Director del Hospital Número Uno. Primer Jefe del Cuerpo de Bomberos. Director Casa Beneficencia. Secretario General Cruz Roja B. Sánchez Fuentes. Director del Censo de Población. Dr. Juan O'Farrill.

Como después de todo el negocio no era de gran entidad, las pérdidas tampoco fueron cuantiosas. A pesar de eso, el duque, que las había llorado como si lo fuesen y no había escaseado a su secretario frases groseras e insultantes, le recordaba a cada instante el asunto.

Alguna gente comenzaba a dejar la romería, cuando ésta fué violentamente conmovida por el escape de seis u ocho coches que llegaban de Lancia a la carrera. Era el duque de Tomos con su séquito. En una carretela abierta venía él con su secretario y el gran patricio don Rosendo. En el coche de éste venían don Rufo, Alvaro Peña y dos señores de Lancia.

Preciso es, sin embargo, acudir á él para seguir el hilo de nuestra biografía, á falta de otro testimonio más auténtico, pero con ciertas precauciones, y con el propósito de completarla con los datos que nos suministre el mismo Lope, y de rectificarla, si hay contradicción entre unos y otros. A su vuelta de la Universidad, dice Montalván, entró Lope de secretario al servicio del duque de Alba.

El secretario miró con cierta inquietud al P. Sibyla y al P. Irene. Lo gordo iba á salir. Ambos se prepararon. La solicitud de los estudiantes pidiendo autorizacion para abrir una Academia de Castellano, contestó el secretario. Un movimiento general se notó entre los que estaban en la sala y despues de mirarse unos á otros fijaron sus ojos en el General para leer lo que dispondría.

Más claro: mato mis ocios y mis hastíos escribiendo la parte de política palpitante en un periódico batallador. Por lo demás, por inclinación y por carrera, soy diplomático. ¡Hola! dijo don Simón abriendo mucho los ojos . ¿Agregado, quizá, a alguna embajada? Un poquito más. Secretario acaso... Un poquito más, si a usted le parece.

Laura, que ignora la traición que se trama, le habla amistosamente, creyendo que es el secretario del Príncipe, y sus palabras afables, por desgracia, son á los ojos de Oranteo una prueba decisiva de su inconstancia. Laura, pues, es arrastrada á la cárcel, y sus hijos, sin saber su origen, se envían á un lugar escondido entre montañas, para ser criados con una familia de labradores.

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