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Actualizado: 31 de octubre de 2025
La última extravagancia que había cometido, y de la cual le enteró el secretario del obispo, le puso en un estado tal de confusión y enojo que en muchos días no quiso hablar con ella, ni menos se avino a confesarla. El suceso había trascendido y se comentaba mucho y se reía no poco también.
Una mañana, con los ojos hinchados por el insomnio, le entregó un papel á su secretario. Sandoval, dígame qué le parece. Cuando yo era muchacho y aún no había aprendido á leer, inventé muchos versos como éstos, mientras punteaba la guitarra. Usted pondrá lo que les falte: yo entiendo poco en eso de la ortografía. ¿Qué me dice de ellos?
Sus ojos son ese secretario que tienes y ese señorito pariente de Cristina, que busca unirse á tí, pensando en tus millones más que en Pepita. Sus manos son tu mujer y tu hija. Ellas te agarrarán cuando te sientas débil; aprovecharán un instante de desaliento para empujarte dulcemente en brazos del Intruso. Te crees libre de él y ronda á todas horas en torno tuyo.
Que vuestra majestad tiene un gran interés de dar en tierra con el duque de Lerma, lo que será muy fácil á vuestra majestad si se vale de mí. ¡Vos sois secretario del duque de Lerma! Por lo mismo, señora, porque sé sus secretos, sé que se atreve á todo, y que obra como traidor y villano respecto á vuestra majestad.
Las pruebas no son de aquéllas que desvanecen dudas, no ya en asunto tan grave para el desdichado D. Rodrigo de Mur, para la opinión del Secretario de Estado D. Juan de Idiáquez, y por ende de su amo, sino para cualquiera que interesara á la historia.
Por lo mismo, dejémosle que se vaya con su duque de Osuna. Por el contrario, yo le guardaría... Pues prendedle otra vez, que no ha de faltar motivo. No sé qué he oído de unas estocadas... ¡ah! ¡sí! don Rodrigo Calderón... En efecto, mi secretario Calderón, hace tres noches fué muy mal herido y está en mi casa.
¿Has dicho al secretario que dejase apartado el expediente del cementerio? Sí, señor. ¿Has llevado las cédulas al pedáneo de San Martín? Sí, señor. ¿Has ido a avisar a don Manuel que quite los escombros que tiene delante de su casa? En fin, iba preguntando, hasta que el pobre alguacil contestaba negativamente.
De cuantos hechos habían tenido por escenario el mare nostrum, el más famoso para el capitán era la inaudita expedición de los almogávares á Oriente, la epopeya de Roger de Flor, que él conocía desde pequeño por los relatos del poeta Labarta, del Tritón y del pobre secretario de pueblo que soñaba á todas horas con las grandezas pretéritas de la marina de Cataluña.
-No, por cierto -dijo el secretario-, y el hombre ha salido con su intención. -De modo -dijo Sancho- que no dejaréis de dormir por otra cosa que por vuestra voluntad, y no por contravenir a la mía. -No, señor -dijo el mozo-, ni por pienso.
Los cargos importantes, que desempeñó después Argensola, ya como secretario de la emperatriz María de Austria, ya como gentil-hombre de cámara del archiduque Alberto, y últimamente como secretario de Estado del virrey de Nápoles, no le dejaron tiempo ni gusto bastante para consagrarse á la literatura dramática, limitándose á ejercitar su talento poético en composiciones líricas, que le granjearon merecida fama.
Palabra del Dia
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