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Actualizado: 30 de junio de 2025


El secretario le despidió a la puerta con una fina sonrisa burlona. La Amparo se acercó y le preguntó: ¿Está arreglando el asunto? Por ahora, respondió mordiendo el sempiterno cigarro. Pues quiero irme en tu coche dijo, bajando la voz. La fisonomía del banquero se oscureció. Demasiado sabes que no puede ser. ¿Que no puede ser?... Ahora verás.... Dame el brazo.... En marcha.

Don Cleofás dijo que se llamaba el Engañado, y el Cojuelo, el Engañador, sin entenderse el fundamento que tenían los dos nombres; y repartiendo los asuntos para la academia venidera, nombraron por presidente della al Engañado y por fiscal al Engañador, porque el oficio de secretario no se mudaba, haciéndoles esta lisonja por forasteros, y porque les pareció a todos que eran ingenios singulares.

Aunque siempre con aficiones literarias, no comenzó a lucir como poeta hasta el cese de la soberanía española. A partir de 1898, consagróse al periodismo. Dirigió "El Renacimiento", diario filipino, nacionalista, escrito en castellano. Usó el pseudónimo Belisario Rosas. En 1907 fué elegido diputado. Ultimamente era secretario del Senado. Es correspondiente de la Real Academia Española.

Pues a no me cabe duda de que es verdad lo que dice Regnault. Es un ingeniero inteligente y práctico. Seis años ha estado explotando las de California. Además, el ingeniero inglés que ha ido con él asegura lo mismo. Los que así hablaban eran el duque de Requena y su secretario, primer dependiente o como quiera llamarse, pues en la casa no había apelativo designado para él.

¡El capelo! ¡el capelo! exclamaba el duque de Lerma paseándose á largos pasos por su despacho . ¡Y que no se me haya ocurrido! ¡el capelo! ¡hijo de Roma! ¡la Iglesia puesta entre el poder temporal y yo! ¡qué quieres, Pelegrín! Seguir siendo vuestro secretario. ¿Y nada más? Nada más. Pero para que siga siendo vuestro secretario, es necesario que no me deis muchos días como hoy.

En estas empresas había trabajado gloriosamente nueve años el P. Machoni, cuando en el nuevo gobierno de 1719 vino señalado por secretario del P. Provincial Joseph de Aguirre, por cuya causa fué preciso encargar el cuidado de aquella Reducción al P. Joaquín de Yegros, con otros dos compañeros Jesuitas.

El dia siguiente la confusa multitud del consejo general que constaba de todos los que ganaban sueldo, junta en el campo, espero al infante. Vino acompañado de los de su casa, y de muchos capitanes, entregó las cartas á un secretario, y mandó que en público se leyesen.

Velarde dejó de mirar a la tierra para mirar al Palacio que tenía delante, morada del monarca cuyo secretario particular había estado a punto de ser... ¡Qué fastidio tener que esperar de nuevo tanto tiempo!... Porque preciso era que se fuese aquel y que viniese después el otro, y mientras tanto, ¿quién sabe?... ¡Quizá alguno de aquellos tiritos que iban a cruzarse vendría a hacer trizas el cántaro de la lechera que Currita y Butrón le ayudaban a fabricar!...

El secretario del colegio comenzó a leer entonces los nombres de los alumnos premiados: levantábanse estos ruborosos y aturdidos por el miedo a la exhibición y la embriaguez del triunfo; iban a recibir la medalla y el diploma de manos del arzobispo, entre los aplausos de los compañeros, los sones de la música y los bravos del público, y volvían presurosos a sus sitios, buscando con la vista en los ojos de sus padres y de sus madres la mirada de inmenso cariño y orgullo legítimo, que era para ellos complemento del triunfo.

Así, pues, cuando salió de casa de su padre y se metió en su silla de manos, se hizo llevar á una tienda inmediata, donde tomó una silla y se ocultó tras de la puerta. Rivera dijo á un hombre embozado que acompañaba á la silla de mano ; id, entrad casa del duque, buscad á su secretario Santos, y decidle de mi parte que venga.

Palabra del Dia

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