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Actualizado: 4 de junio de 2025


Pobre plebeyo dijo Francisca con compasión. Estoy segura de que le harás ver que es un honor para él dejarse roer el dinero por tus lindos dientecitos aristocráticos. Petra sonrió sin responder. ¡Bah! replicó Francisca sin poderse contener, una partícula no es cosa que se come... ¿Qué le vas a dar en cambio a tu marido? Nada respondió Petra desdeñosa.

Voy a visitarla todos los días y a ofrecerle mis servicios. ¡Oh!, no es como , que eres de lo que llaman un parásito, la polilla del orden social, un vago. y tus compañeros debéis ser exterminados, porque la roía sociedad..., en fin, yo me entiendo. Márchate. ¡Roer!, ¿qué haces ahí como una estatua? no tienes inteligencia, no comprendes lo que yo hablo... Abur».

Se van a roer esos bandidos viendo que con las mujeres y unos cuantos trabajadores honrados, acabamos el trabajo sin necesitar de ellos. A la noche, baile y juerga decente, señor Fermín. Para que se enteren y rabien esos forajidos. Y así llevaba adelante la vendimia, entre músicas, algazara y vino del mejor, repartido generosamente.

Comerás las sobras de la mesa. Eres un roío gandul, un roío holgazán, un roío bergante, y acabarás en presidio. Como usted dijo Mariano con descaro. ¡Roer!, no te me subas a las barbas, porque de un roío puntapié vas a parar a Flandes. Yo soy una persona decente. Los holgazanes y gandules me cargan, ¡taco!

En las casas inmediatas á los caminos de esta tierra estéril, los dueños evitaban pintar sus cercas de verde, pues los pobres animales, engañados por el color, empezaban á roer los barrotes de madera, tomándolos por vegetales surgidos del suelo. Rosalindo acabó por adquirir el mismo aspecto de los obreros del país. Ya no quedaba nada en él del gaucho salteño.

El temperamento sombrío, extravagante, fanático de los Gayoso se ha ido exaltando en él poco a poco con el roer incesante del remordimiento; ha trastornado su imaginación, ha enervado su escasa actividad y ennegrecido su existencia. Le molestan los hombres. En todas las miradas piensa ver hostilidad; en las frases más inocentes, alguna aviesa intención que hace hervir su sangre de coraje.

A don Pascual le bastó con una que ella le dio con fineza, porque como don Pascual no tenía dientes, no la podía roer ni mascar y la tuvo hora y media en la boca, tratando en balde de ablandarla, y recordando que sin duda por eso, así como por su baratura, se llaman las castañas pilongas caramelos de cadete.

¡Yo hace dos días que no como, y toda el hambre dormida se despierta oyéndote roer!.... ¡Parezco un can! ¿Es el mar o son tus dientes en el mendrugo? ¡Cómo broa el mar! ¡No si el mar, si tus dientes, hacen ese gran ruido que no me deja descansar y se agranda dentro de ! ¡Es la voz de la cueva! El Caballero se tiende sobre las algas que sirven de camada a Fuso Negro.

Luego, en los calcañares, me enseñó otras dos señales, y dijo que eran balas, y yo saqué por otras dos mías que tengo que habían sido sabañones. Y las balas pocas veces se andan a roer zancajos. Estaba derrengado de algún palo que le dieron porque se dormía haciendo guarda y decía que era de un astillazo.

Al oírla, calló súbitamente Doña Paca, como el ratoncillo nocturno que cesa de roer al sentir los pasos o la voz del hombre. Oyose tan sólo, durante largo rato, alguno que otro suspiro hondísimo de la señora, que después empezó a quejarse y a gruñir por lo bajo. La otra no chistaba. Había hecho rápida crisis el genio de la infeliz señora, determinándose un brusco giro de la veleta.

Palabra del Dia

rigoleto

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