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Dábale a entender que sería una tristeza quedar solo, después de haberse acostumbrado a su compañía, y apelaba también, algo grotescamente, a qué dirán, sosteniendo que doña Luz era muchacha y que no debía campar por sus respetos como vieja solterona, que buena y severa que fuese, si vivía sola, habían de decir que era una vaca sin cencerro.

Por su parte, el señor Laubepin me observaba con una atención singular, que no me parecía exenta de malicia. Recordé entonces que mi padre había pretendido siempre, descubrir en el corazón del ceremonioso Tabelion y bajo sus afectados respetos, un resto de antiguo germen bourgeois plebeyo y aun jacobino.

No hay que hablarle, pues, de estos usos sociales, de estos respetos mutuos, de estas reticencias urbanas, de esta delicadeza de trato que establece entre los hombres una preciosa armonía, diciendo sólo lo que debe agradar, y callande siempre lo que puede ofender.

-Advierte, Sancho -dijo don Quijote-, que el amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos, y tiene la misma condición que la muerte: que así acomete los altos alcázares de los reyes como las humildes chozas de los pastores, y cuando toma entera posesión de una alma, lo primero que hace es quitarle el temor y la vergüenza; y así, sin ella declaró Altisidora sus deseos, que engendraron en mi pecho antes confusión que lástima.

Perdóneme si tengo pocas veces el honor de ofrecerle mis respetos; mis muchas ocupaciones me privarán de este placer. Por lo cual no reclamo más que un título... el de ser amigo de usted. Y un solo derecho... el de satisfacer sus menores caprichos. Judit no contestó; pero su corazón latía con tal violencia, que hacía mover el ligero percal de su bata.

Sonriose imperceptiblemente el vizconde, mirando a Felipe, quien con ojos azorados y con el sombrero en la mano, permanecía clavado en su sitio como pidiendo el socorro de un alma caritativa. Por fortuna entró en esto la condesa, y Felipe, sintiéndose salvado, acercose presuroso a ofrecerle sus respetos.

Don Santiago, más compasivo, le respondió, descubriendo en su voz y en sus miradas la honda pesadumbre que le afligía: Yo tampoco soy de los que creen que los vicios se heredan como las enfermedades, ni de los que tienen por justo que paguen los hijos inocentes las faltas cometidas por sus padres; pero se dan casos a menudo en que se teme lo peor, como si fuera lo probable, y la necesidad se impone con su fuerza de consideraciones y respetos humanos, y obliga a proceder ajustándose más a las leyes del mundo que a los mandatos del corazón.

No por amor suyo, de que V. carece, sino por el mundano honor de que V. se jacta y por los respetos y consideraciones que todo hombre bien nacido debe á las damas, ruego á V. que no nos distraiga del camino que llevamos, ni perturbe nuestra vida retirada y devota.

Entonces, señor cura, suplico a usted dos letras para la abuela... Sería capaz de no creernos... Esperen ustedes dijo el cura lleno de condescendencia. Cogió una tarjeta y escribió debajo: «¿Por qué impedir el vuelo de un pajarillo? Hay más grandeza verdadera en lanzarse por encima de lo convencional que en permanecer obstinadamente atado a lo vulgar... »Todos mis respetos

Detenía repentinamente su lengua, con una expresión de inquietud en el rostro. Miraba indeciso en torno de él, como si temiese que fuera á abrirse un precipicio ante sus pies. No olvidaba nunca los respetos debidos á todo visitante de sus dominios, y preparó dos «refrescos». Por primera vez iba á obsequiar á Esteban en esta vuelta de viaje.