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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Olmedo no podía aguantar más la horrible desazón, el asco y el vértigo que sentía; pero continuaba con el cigarro en la boca haciendo que tiraba de él, pero sin chupar cosa mayor. Feliciana, por su parte, había empezado a campar por sus respetos. Lo dicho, la honradez y el amor eran cosas muy buenas; pero no daban de comer. El calavera de oficio no se permitió aquella noche ninguna barrabasada.
Quiero decir continué hablando con tanta vehemencia como rapidez que te has forjado respetos de familia, consideraciones e ideas que son hijas de un error. Te han engañado, están abusando de tu bondad, de tu dulzura para fines execrables, y no pudiendo amoldar tu hermosa condición a la suya, te corrompen por grados, falsificándote, querida mía, con la escuela del disimulo.
No pudo menos de declarárselo así al fiscal que estaba a su lado comiéndola con los ojos, ni, al notar que le recordaba algo con los suyos, quizá lo de las acuarelas, dejar de acercarse a ella y a su padre para ofrecerles sus respetos, con la mejor intención, eso sí, pero bien sabe Dios que con las más fuertes ligaduras de sus nativas desconfianzas en el espíritu.
Esta ceremonia de la instalación fue muy divertida y animada tanto el día 29 como el 30, por ser en este los de nuestro señor rey D. Fernando VII. Cuando estábamos en la Aduana, haciendo guardia de honor a la Regencia, reunida dentro en sesión solemne, oímos decir que en aquel mismo día se presentarían en Cádiz al pie de cien coraceros a la antigua que querían ofrecer sus respetos al poder central.
Al fin había huido por no afrentar de cerca a su familia, y si vivía en el pecado, era entre hombres de cierto linaje, siempre con personas decentes, como si influyesen en ella los respetos al rango de su familia. Pero quedaba la otra, la mayor, la casada, y ésta quería acabar con todos los parientes matándolos de vergüenza. Su vida conyugal, después de la fuga de Mercedes, fue un infierno.
No; no está su envidiable superioridad en los respetos sociales, ni en la estimación pública, que, aunque aparente y mentida, es poderoso elemento de felicidad, porque hace que todos les guarden consideraciones y respetos; ni está en la tranquilidad de una vida sin afanes, que también los tiene el rico, y grandes y terribles, sino en la noble entereza que les da el dinero para rechazar los ultrajes, para no pedir a nadie favores ni indulgencia con mengua del propio decoro.
Guardaos en buenhora vuestro dinero, dijo el barón, profundamente disgustado con el fracaso de su atrevida empresa. Libre estáis. Decid á vuestro señor que un noble inglés, el barón León de Morel, ha hecho esta noche todo lo posible, aunque inútilmente, por ofrecerle sus respetos en persona. Otra vez será. ¡Y ahora, amigos míos, á caballo y en marcha!
Yo he reconocido de órden de V. E. todos los fuertes y fortines actuales, y los sitios donde se ha solicitado y solicita adelantarlos, y aun otros mas al S, y debiendo exponer mi dictámen, lo haré sin preocupaciones ni respetos.
¿Y mal? preguntó con inquietud Liette, a quien el notario respondió con una señal imperceptible. La empleada, impaciente por saber, dijo: Oye, Carlos, debías hacer una visita al señor cura para presentarle tus respetos y tu cruz... Comprendido... A las órdenes de usted, mi comandante. Y dando un beso a su madre adoptiva, le dijo al oído: Apuesto a que para ti no habrá secreto profesional.
He querido dar a usted parte de esta causa de celibato, más frecuente de lo que se cree. Nosotros, los hombres, somos con frecuencia tímidos. ¿Por qué no confesarlo? »Reciba usted, señora, el testimonio de mis respetos.
Palabra del Dia
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