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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Descendimos por la parte contraria y nos hallamos muy luego internados en los bosques. Seguimos entonces una estrecha calzada, cuyo empedrado desunido y escabroso ha debido resonar bajo el pie herrado de nuestros caballos.
Representaba allí el dinero, es decir, la fuerza de las fuerzas y la energía de «las energías del país», y su voz, expresión sincera de su adhesión incondicional al Gobierno, y de su amistad intensísima e imperecedera a la familia del «prócer generoso» que le escuchaba, debía resonar también en aquellos ámbitos.
El domingo, primero que allí pasaba el sacerdote, salió muy temprano de casa, dijo misa, dio un paseo largo, comió más tarde que de costumbre, y poco antes de concluir, cuando al levantar el mantel le trajo el ama los fósforos y el bote de picadura, oyó que comenzaba a resonar al principio aislado y débil, luego nutrido y fuerte, el ruido que producían los canteros picando y labrando piedra en el solar vecino.
Lo hay en esas fondas silenciosas, con comedores que se abren de tarde en tarde, solemnemente, cuando por acaso llega un huésped; en esos cafés solitarios donde los mozos miran perplejos y espantados cuando se pide un pistaje exótico; en esos obradores de sastrería que al pasar se ven por los balcones bajos y en que un viejo maestro, con su calva, se inclina sobre la mesa, y cuatro o seis mozuelas canturrean; en esas herrerías que repiquetean sonoras; en esos conventos con las celosías de madera ennegrecidas por los años; en esas persianas que se mueven discretamente cuando se oyen resonar pasos en la calleja desierta; en esas comadres que van a los hornos con sus mandiles rojos y verdes, o en esos anacalos que van a recoger el pan a las casas; en esas viejas que os detienen para quitaros un hilo blanco que lleváis a la espalda; en esos pregones de una enjalma que se ha perdido o de un vino que se vende barato; en esos niños que se dirigen con sus carteras a la escuela y se entretienen un momento jugando en una esquina; en esas devotas con sus negras mantillas que sacan una enorme llave y desaparecen por los zaguanes oscuros...
Bastante más tarde, con previas toses y resonar de pies, entró Antoñona en el despacho diciendo: ¡Vaya una plática larga! Este sermón que ha predicado el colegial no ha sido el de las siete palabras, sino que ha estado a punto de ser el de las cuarenta horas. Tiempo es ya de que te vayas, don Luis. Son cerca de las dos de la mañana. Bien está dijo Pepita , se irá al momento.
Martí fue de esos. Hombre montaña desde la cual se puede ver pasar hoy y se verá mejor, a medida que los años vayan limándola, toda el alma compleja y revuelta de esa época de creación y amargura. El hecho de renunciar a todo bienestar por Cuba, hizo resonar su nombre como un trueno, en donde quiera que había cubanos.
En su oficio era un águila; ciento y tantas oraciones sabía de coro: un tono bajo, reposado y muy sonable que hacía resonar la iglesia donde rezaba, un rostro humilde y devoto que con muy buen continente ponía cuando rezaba, sin hacer gestos ni visajes con boca ni ojos, como otros suelen hacer. Allende desto, tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero.
Unos y otros miraban al Perú como tierra conquistada, propia; unos y otros hacían resonar sus espuelas en el pavimento de la ciudad de los reyes con la altivez de triunfadores, y tal vez con la conciencia de la superioridad sobre los que acababan de libertar. ¡Y qué hombres! Sucre, Córdoba... de un lado; Lavalle, Necochea... del otro. ¡Nubes en presencia, cargadas de electricidad!
Y así marchan días enteros; después de un violento viaje de diez y seis leguas, con sus carreras, saltos, etc. He entrado en Bogotá con los brazos muertos y casi sin poder contener mi caballo, que, embriagándose con el resonar de sus cascos herrados sobre las piedras, aumentaba su brío, saltaba el arroyo como en un circo y daba muestras inequívocas de tener veleidades de treparse a los balcones.
Alrededor de ella, a lo largo de la columnata, los perfiles de los hombres célebres hacían muecas al sol poniente. ¡Y todo aquello tan desolado, tan tétrico! Al oír resonar mis pasos sobre las losas, volvía a experimentar aquella impresión de grandeza en el vacío que me atormentaba desde mi llegada a Munich. Una escalerilla de fundición asciende dando vueltas por el interior de la Bavaria.
Palabra del Dia
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