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Más quisiera oír los graznidos de todos los cuervos del coto, y los maullidos de todos los gatos del pueblo, que tu modo de destrozar la música seria. Te he dicho mil veces que cantes los cantos de la tierra. Eso, tal cual, se puede tolerar. Tu voz es flexible, y no te falta la gracia que ese género requiere. Pero tu malhadada manía de cantar a lo fino, no hay quien la resista.

Y contribuirán aún mucho menos, si los Estados Unidos, según ya se prevé, nos exigen indemnización por esos saqueos y esos incendios, que sin el favor y aliento que dan á los rebeldes, no se perpetrarían, y si el Gobierno español tiene la debilidad de someterse y de pagar. Esperemos, aunque se resista y no pague, que no haya violencia ni guerra internacional.

«Señor redactor me dice en una carta seductora, confío en el talento de usted y en nuestra amistad, de que le tengo dadas bastantes pruebas por desgracia suele ser verdad, que hará un juicio crítico de mi obra, imparcial imparcial llama él a un juicio que le alabe, y espero a usted a comer para que juntos departamos acerca de algunas ideas que convendría indicar, etcResista usted a estas indirectas, y opte usted entre la gratitud y la mentira.

579 Que le gritó muy furioso "Confechando no querés;" la dió vuelta de un revés y, por colmar su amargura, a su tierna criatura se la desgolló a los pies. 580 "Es increible" me decía, "Que tanta fiereza esista; no habrá madre que resista; aquel salvaje inclemente cometió tranquilamente aquel crimen a mi vista."

Salvador y Doña Hermenegilda se miraron a las diez de la noche, cuando los dos hermanos se quedaron solos, después de cenar, Salvador rogó a Navarro que se acostase. No será malo dijo este con mucha naturalidad , pues fatiga sobre fatiga, se llega a un punto en que no hay cuerpo que resista. Sigo tu consejo, pues no ha sido mala la jornada de este día. Salvador le acompañó a su alcoba.

Llamábanle de mote el Tuerto. La mujer no es bizca como su marido, ni morena; pero tiene los cabellos tan cerdosos como él, y una rubicundez en la cara, entre bermellón y chocolate, que no hay quien la resista. Gasta saya de bayeta anaranjada, jubón de estameña parda y pañuelo blanco á la cabeza.

Conque ¿habéis comprendido bien lo que os he dicho? ; , señora; prender á don Francisco sin herirle ni maltratarle, aunque resista; llevarle á donde Rivera me diga, y á la noche enviarle en una litera, cerrada, con una guarda de cuatro alguaciles á caballo, al alcázar de Segovia. Al punto de obscurecer. Muy bien, señora. Recordad que esto es lo primero que os mando.

Eran aquestos vultos de la lista Pasada los poetas referidos, A cuya fuerza no hay quien la resista. Unos por hombres buenos conocidos, Otros de rumbo y hampo, y Dios es Christo, Poquitos bien, y muchos mal vestidos. Entre ellos parecióme de haver visto A DON ANTONIO DE GALARZA el bravo, Gentilhombre de Apolo, y muy bien quisto.

»-No corre por ti esa razón -respondió Leonela-, porque el amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda, con éste corre y con aquél va despacio, a unos entibia y a otros abrasa, a unos hiere y a otros mata, en un mesmo punto comienza la carrera de sus deseos y en aquel mesmo punto la acaba y concluye, por la mañana suele poner el cerco a una fortaleza y a la noche la tiene rendida, porque no hay fuerza que le resista. Y, siendo así, ¿de qué te espantas, o de qué temes, si lo mismo debe de haber acontecido a Lotario, habiendo tomado el amor por instrumento de rendirnos la ausencia de mi señor? Y era forzoso que en ella se concluyese lo que el amor tenía determinado, sin dar tiempo al tiempo para que Anselmo le tuviese de volver, y con su presencia quedase imperfecta la obra. Porque el amor no tiene otro mejor ministro para ejecutar lo que desea que es la ocasión: de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los principios. Todo esto yo muy bien, más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora, que yo también soy de carne y de sangre moza. Cuanto más, señora Camila, que no te entregaste ni diste tan luego, que primero no hubieses visto en los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promesas y dádivas de Lotario toda su alma, viendo en ella y en sus virtudes cuán digno era Lotario de ser amado. Pues si esto es ansí, no te asalten la imaginación esos escrupulosos y melindrosos pensamientos, sino asegúrate que Lotario te estima como le estimas a él, y vive con contento y satisfación de que, ya que caíste en el lazo amoroso, es el que te aprieta de valor y de estima. Y que no sólo tiene las cuatro eses que dicen que han de tener los buenos enamorados, sino todo un ABC entero: si no, escúchame y verás como te le digo de coro.

HUEVOS AL PLATO. En un plato que resista el fuego se pone manteca; se cascan encima los huevos; se sazonan de sal; se meten al horno hasta que se cuajan, y se sirven en el mismo plato. HUEVOS A LA AMERICANA. Se cortan por la mitad huevos duros; se rellenan las claras con pasta de croquetas; se rebozan y fríen; se colocan en una fuente, poniendo como adorno las yemas picadas.