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¡Bah, bah! refunfuñó el aludido revolviéndose un poco , no me rompas la cabeza. puedes jacer lo que te acomode, que yo bien lo que me hice. ¡Jinojo! replicó don Sabas , es que el miramiento ése fue tal, que si no topo ahora mesmo con Neluco, se pasa el santo día sin que yo me entere de lo que a ti te pasó anoche.

Y como todo lo convertía al punto en substancia aquella impetuosa mujer: ¡Cuando te digo concluyó que no se puede vivir en este pueblo!, ¡que nos han de dejar en él sin camisa y sin salud! La verdad es refunfuñó Simón que se le acaba a uno la paciencia para bregar con esta gente. Eso te estoy predicando yo todos los días, y no me haces maldito el caso. Más de lo que a ti se te figura.

Yo bien, gracias a Dios dijo el Mayorazgo sin hacer un gesto. ¿Usted fuma? le preguntó el candidato sacando la petaca. Algunas veces, si el tabaco es bueno respondió el otro. Pues ahí va uno de la Vuelta de Abajo. Se estima refunfuñó el obsequiado mordiendo la punta. Y ¿qué tal andamos por acá? preguntóle el candidato, deseando arrancar siquiera un gesto de interés a aquel pedazo de bárbaro.

Dadme la mano le dije, bien sabéis que nos conocemos. No me atrevía a... ¡Qué tontería! ¿Qué es eso, Reina? refunfuñó mi tío. Una flor algo silvestre dijo el comandante mirándome con cariño, pero una hermosa flor.

¡Al fin llegas! refunfuñó el señor Aubry con voz débil, ¡qué tarde vienes! Sabías que yo debía estar atormentado hoy, esperando tus noticias. Piensa en lo horrible que es mi situación: ¡verme amenazado, y estar aquí, paralizado, incapaz de moverme, y aún de pensar! añadió llevando las manos a su cabeza, en un ademán de sufrimiento. Créame, señor, si usted tuviese más calma, estaría ya en pie.

¡Oh! cada día está más rígida refunfuñó Mabel. No debo ir aquí, ni tampoco allá; se asusta de que hable con este hombre o con aquel otro, y así todo por el mismo estilo. Verdaderamente, me voy cansando de esto, le aseguro declaró, sentándose en la silla que yo acababa de desocupar, desprendiendo el cuello de su pesada capa de pieles y acercando su precioso pie al fuego de la chimenea.

Señores afirmó Calleja, repito que todos esos son unos muñecos al lado de Romero Alpuente. ¡Cómo puso á los frailes hace dos noches! ¿A que no saben ustedes lo que les dijo? ¿A que no saben...? Ni al mismo demonio se le ocurre.... Pues los llamó.... ¡sepulcros blanqueados!... Miren qué mollera de hombre.... No se empeñe usted, Calleja refunfuñó el ex covachuelista con alguna impertinencia.

Posible es observó don Simón arrugando la cara. No he concluido todavía añadió su excelencia . El papel se emitirá a setenta por ciento. ¡Santa Bárbara! ¡Otra ventaja para el suscriptor! ¡Ya, ya! refunfuñó don Simón. ¿No le parece a usted bastante claro todavía el negocio? preguntóle con picaresca sonrisa el Ministro.

¡Sería preciso no tener corazón... no tener corazón! ¡Pobrecita Pilar de mi vida, bien quedaría, por cierto, con su hermano, que ni colocarle una almohada sabe! ¡Qué sería de ella! Pensarlo sólo me espanta.... Llamará a una hermana de la caridad... no será la primera refunfuñó Miranda duramente. ¡Qué pena... pobre criatura!... Eso es más cruel aún que dejarla morirse sola, como un perro.

Mucho quieres componerte dijo la gruesa señora, mirando desconfiada a la tarjeta que el marido retenía en la mano, ¿quién es ese afortunado que así logra violar la consigna? Déjame solo, Gregoria, y no vengas sino cuando yo llame. A no me la pega refunfuñó misia Gregoria, éste debe ser un emisario de la rubia, que viene a traer las condiciones de la paz. Ya les daré yo buenas paces.