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Quédate con tu secreto que te acredita de juiciosa, y no se hable más de esto hasta que lo desees. A con lo callado me basta. Un beso ahora para sellar las paces, y adiós. Se adivinan la temperatura del beso y la calidad de la sonrisa con que despidió Nieves a su padre.

Los alemanes establecidos en París habían huído en grandes bandas, como si circulase entre ellos una orden secreta. Aquella tarde iban á partir los últimos que aún se mantenían en la capital ostensiblemente. He venido á verte por afecto de familia, porque era mi deber darte un aviso. eres extranjero y nada te retiene aquí. Si deseas presenciar un gran acontecimiento histórico, quédate.

Si te retiene, quédate; piensa en el autor, en el estado de su espíritu cuando pintó esa figura celeste, en el ideal flotante de su época, y luego, vuelve los ojos a lo íntimo de tu propio ser, anima los recuerdos tímidos que al amparo de una vaga semejanza asoman sus cabecitas y temiendo ser importunos, no se yerguen por entero.

FELIC. Quiero avisar a mi hermano, Porque tiene este villano Bravo ingenio y natural. , Celio, quédate aquí Para ver si alguno viene. CELIO. Siempre la conciencia tiene Este temor contra ; Demás que tanta crueldad Al cielo pide castigo. Salen el REY, caballeros y SANCHO. REY. Entrad y haced lo que digo. CELIO. ¿Qué gente es ésta? REY. Llamad. SANCHO. Este, señor, es criado De don Tello.

Maltrana hizo un movimiento de impaciencia. ¿Qué tenía que ver su pobre madre en lo de ahora?... ¿Quería ayudarle, o no?... La vieja siguió gimoteando, sin contestar, y el joven púsose de pie con ademán resuelto. Adiós, abuela. Quédese usted con lo suyo. Ya lo que debo hacer. Pero antes de que volviese la espalda, la trapera se abalanzó a él. ¡Isidrín... hijo mío... quédate!

Ella miró el reloj: las tres. Había que decidirse. Hizo un gesto cruel y levantó los hombros. Luego fué hasta la puerta por donde había desaparecido su esposo: Quédate, Federico; no te ocupes de . Cree que si te dejo es únicamente por no molestar á nuestros amigos. ¡Ay, las exigencias sociales! ¡Qué tormento!...

Quédate silenciosamente en esa soledad que no es abandono, porque los espíritus de los muertos que existieron antes que en la vida, te alcanzarán y te rodearán en la muerte, y la sombra proyectada sobre tu cara obedecerá a su voluntad; por lo tanto, permanece tranquilo.

25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 28 Y llegaron a la aldea a donde iban; y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Y entró con ellos.

Yo en cambio sufro, comprendo toda la trivialidad que los mueve, la insignificancia de lo que sienten. Los muchachos como Castilla sólo pueden embobar a las tontas. Embobarlas y reírse de ellas. Reírse con razón, porque para llegar a formarse una ilusión sobre esos tilingos... Bueno, le interrumpió Raquel déjame con mis ilusiones y quédate con las tuyas.

Quédate, necio, y oye... Por no querer oír rompimos las amistades en el Escorial... Considera que han de hablar algo de ti... Verdad es que si la delicadeza me ordenaba cerrar los oídos, la curiosidad me impulsaba a abrirlos. Venció la curiosidad, mejor dicho, venció la pícara Amaranta, que no podía dejar de ser cortesana. Las muchachas hablaban en alto y lo oímos todo, y aun veíamos algo.