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Actualizado: 22 de junio de 2025


Jamás consiguió una criada divertirle con gigantes de los que tragan carne cruda, hazañas de ladrones ni aventuras maravillosas de princesas encantadas; pero si escuchaba a sus padres sucesos reales, casos vívidos, algo en que hubiera verdad, entonces, con los ojitos muy abiertos, como perrillo a quien enseñan golosina, se estaba quieto, esperando que la relación terminara, para hacer luego preguntas y más preguntas acerca de lo que no podía entender.

Don Gabriel presta su juramento, y se presenta de nuevo en la corte como si no estuviera enamorado: su corazón se inclina á Beatriz; pero los diversos objetos suyos, que poseen las Princesas, la simpatía que le manifiestan y otras circunstancias casuales que concurren en este enredo, le confunden de manera que, complicándose aquél más y más, ya que no podemos, por desgracia, descender á sus pormenores, se resuelve al cabo casándose el caballero, como ardientemente deseaba, con la princesa Doña Beatriz.

Villaespesa es de los poetas que han comido peor; como veis, esto es el colmo de la redundancia. Pero él ha probado bravamente que se pueden escribir versos admirables y soñar con princesas, alimentando la miseria corporal con queso manchego y chocolate con churros. Ha pasado por la vida misérrima sin enterarse, con los ojos vendados por un jirón azul de ideal.

Por medio de conjuros evocamos a los demonios; por medio de exorcismos los arrojamos de donde no conviene que estén; las sílfides y las ondinas se mueren de amor por nosotros; los dioses y las diosas de todas las religiones suelen prendarse de los mortales y casarse con ellos; los genios acuden a valernos, a protegernos y a inspirarnos poesía, prosa y otros primores; las hadas tejen ricas telas, fabrican brillantes joyas y favorecen a las princesas y hasta a las fregatrices; los ángeles son nuestra custodia y vienen a nosotros como embajadores y aun como mandaderos; y los arcángeles, ya son paraninfos, ya a modo de escuderos y guías que en nuestros viajes nos acompañan. ¿A ver, pregunto yo, si es lícito pedir o esperar más, después de alcanzar o de haber alcanzado todo lo dicho?

Podía tocarse con la mano, parecía que iba á aplastar con la pesadez de su grueso artesonado, todo cubierto de oro, con florones en sus profundos encuadramientos. El hermano explicaba con cierto orgullo el origen de los cuadros y las telas que adornaban las paredes. Eran regalos de princesas y reinas: testimonios de agradecimiento, de las altas conciencias sometidas á la Compañía.

Y era que los enamorados ocultaban su amor como un pecado entre la umbría protectora, ingenuas obreritas un poco sentimentales, pomposas matronas que enloquecen con su gracia picante y su intensidad crepuscular que ponen tanto fuego en la aventura, porque temen que aquélla puede ser su despedida al amor , princesas de la Casualidad, juntamente con sus varios cortejos, ponían una nota encantadora en parajes como éste. ¡Los cafés solitarios y galantes!

Ella disfruta contándome muchas veces cosas interesantes que se refieren a nuestra familia y a los viajes que ha hecho acompañando a las princesas. Me admira su resolución, su prudencia ante los grandes peligros y su cautela y firmeza en los actos que realiza. Está muy vieja ciertamente, pero conserva en su espíritu la juvenil frescura de otros tiempos.

Encontramos en ella cuatro ó cinco príncipes disfrazados y dos princesas, que en el curso de la comedia se disfrazan también muchas veces, y por esta causa cuesta trabajo desenredar tanta confusión de disfraces. Por lo demás, la acción está bien trazada en sus elementos principales.

¿A qué palacio tengo de guiar, cuerpo del sol -respondió Sancho-, que en el que yo vi a su grandeza no era sino casa muy pequeña? -Debía de estar retirada, entonces -respondió don Quijote-, en algún pequeño apartamiento de su alcázar, solazándose a solas con sus doncellas, como es uso y costumbre de las altas señoras y princesas.

Por este medio fue presentada en la corte que iba siempre vagando de un lugar a otro y habitaba bajo hermosas tiendas en campamento vastísimo capaz de contener y que contenía más de veinte mil personas, desde el Abuna o Patriarca, la clerecía, las princesas de la sangre y los altos dignatarios, hasta los soldados y sirvientes.

Palabra del Dia

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