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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Son Emilio Pardo, tan culto, tan alegre y simpático; Eugenio Umaña, el señor feudal del Tequendama, en una de cuyas haciendas vamos a dormir, caballeroso, con todos los refinamientos de la vida europea por la que suspira sin cesar, músico consumado; Emilio del Perojo, Encargado de Negocios de España, jinete, decididor, pronto para toda empresa, con un cuerpo de hierro contra el que se embota la fatiga; Roberto Suárez, varonil, utópico, trepado eternamente en los extremos, exagerado, pintoresco en sus arranques, incapaz de concebir la vida bajo su chata y positiva monotonía, apasionado, inteligente e instruido; Carlos Sáenz, poeta de una galanura exquisita y de una facilidad vertiginosa, chispeante, sereno, igual en el carácter a un cielo sin nubes; Julio Mallarino, hijo del dignísimo hombre de Estado que fue presidente de Colombia, espiritual, hábil, emprendedor, literato en sus ratos perdidos; Martín García Mérou, meditando su oda obligada al Salto, y por fin, yo, en uno de los mejores instantes de mi espíritu, nadando en la conciencia de un bienestar profundo, con buenas cartas de mi tierra recibidas en el momento de partir y con la tranquilidad que comunican los pequeños éxitos de la vida.

Cuando le hubo tomado juramento y después de las preguntas de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era característico: Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo... El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas blancas, protestó contra esta advertencia.

Cabildo, que á nombre del Rey Nuestro Señor D. Fernando VII, atienda á la gobernacion y defensa de estos dominios, cuyo Presidente puede ser el Exmo. Sr. Virey, convocando á las ciudades interiores para que envien sus vocales. Por el Sr.

El público, por más que escuchaba con respeto y simpatía estas noticias acerca de la enfermedad que aquejaba en aquel momento al ganado de cerda, sentía ya impaciencia por oir las declaraciones del presidente. Después de la alusión del hijo del Perinolo al asunto del periódico, todos ansiaban saber lo que había de cierto.

El presidente del Consejo de Estado, a quien le gustaba también madrugar, le saludó en el paseo de Recoletos. Hablaron algunos momentos y los aprovechó para recomendarle, con la brusquedad calculada que le caracterizaba, un expediente de ciertas marismas en que estaba interesado.

Bueno. ¿Qué hacer? decía en voz baja el presidente, furiosísimo . Es una verdadera imbécil: la arrastran al paraíso y no quiere ir... Creo que debían examinarse sus facultades mentales dijo su vecino de la izquierda . En la Edad Media, los tribunales condenaban a la hoguera a mujeres que no tenían nada de brujas, sino que eran simplemente histéricas.

En aquel momento se levantó un miembro del Jurado, un viejo delgado, huesudo, con una larga levita negra, y se dirigió al presidente: ¿Quiere usted permitirme una pregunta?... Karaulova, ¿hace mucho tiempo que es usted prostituta? Ocho años. ¿Y qué hacía usted antes? Era criada. Y, naturalmente, quien la puso a usted en el mal camino fue su amo... ¿O su hijo quizá? No, el amo mismo.

Por último, el presidente hizo sonar la campanilla y, encarándose con el acusado, dijo: En vista de las pruebas que acaban de practicarse y de los informes de los señores letrados, ¿tiene el procesado algo que manifestar al tribunal? El P. Gil se levantó de su banco y paseó una mirada tan suave como vaga por la sala. Parecía que le despertaban de un sueño. Tardó algunos instantes en hablar.

31. ¿Cuántos habitantes, poco más o menos, tiene el Ecuador? 32. ¿Qué proporción de éstos son indios? 33. ¿De qué clase social son los indios? 34. ¿Cómo es elegido el presidente del Ecuador? 35. ¿Puede ser reelegido el presidente? 36. ¿Cuáles son las monedas del Ecuador? 37. ¿Cuánto vale el sucre? 38. ¿Qué ciudad es la capital de la república? 39. ¿Dónde está situada? 40. ¿Cómo es el clima?

Vendió la hacienda que le quedaba para comprar otra vara de alcalde, y alcalde fue algunos años, y por sus merecimientos, luego, oidor en la real chancillería de Valladolid, y por último nombráronle presidente de sala de la real chancillería de Méjico.

Palabra del Dia

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