Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 26 de junio de 2025


Ambas quedaron fuertemente sorprendidas al hallarla con los ojos enrojecidos por el llanto. ¡Quién diría, hermosa, al verte con los ojos llorosos, que ha caído sobre ti la bendición de Dios! exclamó la tía Brígida poniéndole cara halagüeña. Todos los vecinos estamos alegres más que las pascuas, al ver cómo la fortuna te ha entrado por las puertas.

Aturdido hasta un grado indecible, pudo al cabo balbucir: Tiene usted razón... no había pensado... dispénseme usted... En cuanto cobre este mes le entregaré la parte que a usted le parezca... D.ª Carolina, perfectamente serena, sonriendo dulcemente, repuso poniéndole una mano sobre el hombro: Lo mejor será que me entregues todo el sueldo. Vosotros los jóvenes no conocéis el valor del dinero.

Al llegar aquí en su meditación, acercósele un sujeto de baja estatura, con luenga capa que casi le arrastraba, rechoncho, como de sesenta años, de dulce mirar, la barba cana y recortada, vestido con desaliño; y poniéndole en la mano una perra grande, que sacó de un cartucho que sin duda destinaba a las limosnas del día, le dijo: «No te la esperabas hoy: di la verdad. ¡Con este día!...

Levantose el doctor y poniéndole la mano en el hombro, le dijo: Vamos, Amaury; hombre. ¡Amaury! ¡Hermano mío! dijo Antonia tendiéndole la mano. Pero el corazón del joven, rebosante ya de hiel, tenía que desbordarse y su dolor, contenido hasta entonces, hizo explosión de pronto.

Detuviéronse un instante en la habitación, y D. Manuel, poniéndole una cara muy seria, hizo a su primo esta pregunta: «Vamos a ver, sin guasa. En mi estado, sea bueno, sea malo, en mi estado presente, fíjate bien, tal como ahora estoy, ¿podría yo tener hijos?». Moreno Rubio soltó la carcajada. «Hombre, no digo que no. Podrías tener una escuela de párvulos».

¡Con qué interés ardiente recogía todas las palabras que se cambiaban entre aquellos maldicientes! Y a medida que iban poniéndole en claro el suceso y que iban acumulando pormenores, entreverando frases burlonas y reticencias de efecto cómico, su corazón se apretaba, se apretaba poco a poco, como si todos ellos lo fuesen oprimiendo entre sus manos, uno después de otro, para hacerle daño.

Juan ha abierto la puerta sin ruido y se detiene detrás del panadero, cuando éste se dispone a guardar bajo llave los cartuchos de monedas. ¿Todo eso es para ? pregunta poniéndole la mano sobre el hombro. ¡Alabado sea Dios! ¡Al fin has venido! exclama Franz alegremente. Después de una ojeada examina a su amigo, de la cabeza a los pies.

Por un lado se atemoriza al individuo con el genio del mal, siempre empujándole por el camino del vicio y la ignominia: por otro se le inspira confianza ciega poniéndole al lado un Ángel de la Guardia que no le abandona noche y día, que le sostiene, le conduce, "siendo su intervención tan útil, que modifica aquello que pedíamos a Dios cuando conoce que nuestras peticiones pueden acarrearnos algún mal espiritual o corporal."

Por desgracia... Ya comprenderá usted... ¡El caso es terrible!... El P. Gil permaneció un instante mirándole fijamente con una dulzura no exenta de lástima, y dijo al fin, poniéndole una mano sobre el hombro: Pues haría usted mal, señor, haría usted mal. Podía usted muy bien dar su libertad, su honor, su posición y su familia por hallarse como yo... y todavía saldría usted enormemente ganancioso.

Un catedrático de clínica le salió al paso y poniéndole misteriosamente la mano sobre el hombro el catedrático era su amigo le preguntó en voz baja: ¿Estuvo usted en la cena de anoche? Basilio, en el estado de ánimo en que se encontraba, creyó oir anteanoche. Anteanoche fué la conferencia con Simoun. Quiso explicarse.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando