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Actualizado: 22 de septiembre de 2024


Los que quedan son más dignos de compasión. ¡No cómo se las arreglará la duquesa para salir de este atolladero. ¡A todos debe! Ultimamente el panadero se ha negado a fiarles más. ¿Cuánto deben de alquiler? Ochocientos francos; pero lo que me extraña es que siquiera el señor haya visto el color de su dinero.

En la casa reina una abundancia incongruente. Suelen escasear, y aun faltar del todo, las cosas necesarias. El panadero y el carbonero son tan mal educados, que se atreven a quejarse de que no se les atiende con puntualidad. Célebre discurso de Pi. Junio. Reúnense las Cortes Constituyentes.

Bailaron la muchacha y el panadero toda la tarde con gran entusiasmo. Carlos esperó a que la Ignacia se encontrara sola y la insultó y la echó en cara su coquetería y su falsedad. La muchacha, que no tenía gran inclinación por Carlos, al verle tan violento cobró por él desvío y miedo.

Ricardo no tuvo más remedio que ir a lavarse las manos. Está bien; ahora toma este otro rollo y extiende este pedazo de pasta hasta que lo conviertas en una lámina redonda. El nuevo panadero se puso a la obra con ardor, con demasiado ardor, pues la pasta se agujereó varias veces de puro fina. Las criadas le contemplaban admiradas y sonrientes, mientras Marta permanecía grave y atenta a su tarea.

Debes tener más dinero guardado... ¿Con qué comes, pues?... Te juro que no tengo más, ¡te lo juro por las cenizas de mi madre, Raguet!... Yo no puedo volverme monedas... Dame entonces esos ciento cincuenta francos que te prestó el imbécil de Blondeau... ¡No los tengo ya! ¡no los tengo!... He pagado con ellos al panadero, al mercado, al sirviente, que se fue hoy y me ha dejado sola...

Hoy no hay lechero, sirviente, panadero, peón, gañán ni cuidador de ganado que no sea alemán, inglés, vasco, italiano, español, porque es tal el consumo de hombres que ha hecho en diez años; tanta carne humana necesita el americanismo, que al cabo la población americana se agota y va toda a enregimentarse en los cuadros que la metralla ralea desde que el sol sale hasta que anochece.

No sólo se había concluido el dinero, sino que se debía a todo el mundo; y el panadero, la lechera y el de la tienda venían todos los días a dar tormento con su grosero pedir. Don José los recibía con bondadosa sonrisa, les enseñaba los libros de cuentas por el forro, y les decía: «No hay cuidado, señores; estamos esperando fondos, y ya no pueden tardar».

Más allá, un viejo, de capote antes negro y ahora tornasol, cofrade de la Vela Perpétua, hermano de la Tercera Orden de San Francisco; el panadero de flamante azulada camisa, faja purpúrea, flecada de blanco, y sombrero a lo terne; unos rancheros, muy orondos con la calzonera de pana y el sombrero galoneado; unas lavanderas, que hacían ruido de huracán con sus enaguas tiesas; unos gachupincillos, vendedores de ropa o dependientes de «El Puerto de Vigo», inocentones, recién llegados, toscos de pies, mirando a todos con airecillo protector; una media docena de pisaverdes villaverdinos, jinetes en buenos caballos, y al fin, solo, en el overo acabado de comprar, el hijo del alcalde.

Y como yo así le pedía que siguiera hablando, nos contó un cuento jocoso de ese mismo autor, titulado "La Nariz", sobre un panadero que un día se despierta, se mira al espejo y observa muy asustado que ha perdido la nariz. Y entonces, la mujer del panadero... ¡Oh, Camucha, después me lo contarás! Ahora sigamos, que ella puede venir de un momento a otro. , después te contaré, te morirás de risa.

Tenía como socio a Capistun el Americano, hombre inteligentísimo, ya de edad, a quien todo el mundo llamaba el americano, aunque se sabía que era gascón. Su mote procedía de haber vivido en América mucho tiempo. Bautista Urbide, antiguo panadero de la tahona de Archipe, formaba muchas veces parte de las expediciones.

Palabra del Dia

jediael

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