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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Iba más triste que la medianoche. Este pobre Canelo que usted ve aquí era entonces un cachorrillo, y me siguió más de cuatro leguas, hasta que tuve que pegarle para que se volviese; pero después de pegarle, todavía me seguía de lejos. Entonces hice que lo atasen y lo llevasen á Vegalora. En mi casa no podían mantenerlo: se lo dejé á un amigo panadero que tengo en la villa.
En un espléndido día de mayo, Juan hace su entrada en la aldea de Marienfeld. El honrado Franz Maas, que durante el otoño último se ha establecido como panadero, está plantado delante de su tienda, con las piernas abiertas, mirando con complacencia como se balancean dulcemente las rosquillas de hojalata, arriba de su puerta, a impulsos de la brisa del mediodía.
Ha entregado igualmente una nota en la cual la cuenta de la herencia está detallada hasta el último céntimo. Después se ha presentado todas las mañanas a hacer la misma pregunta: ¿«Ha venido?» y, al ver la seña negativa de Franz, se ha vuelto sin decir nada. Ese tesoro embaraza al joven panadero.
El cuerpecito grotesco y desmedrado del ecuánime covachuelista ha sido suculento festín de usureros; D. Amaranto sabe bien la amargura de ver su ajuar de titiritero en medio del arroyo; conoce la bárbara cacería que sobre su personilla realizan mensualmente el panadero, el tendero, el carbonero. Los mozos de café son también para el Sr.
Desde el salón se pasaba a la habitación de la duquesa y desde allí al comedor que unía la habitación del duque con la de la duquesa. La señora de La Tour de Embleuse encontró en la antesala a su única sirvienta, la vieja Semíramis, que lloraba silenciosamente con un papel en la mano. ¿Qué tienes? preguntó. Señora, esto es todo lo que ha traído el panadero. Si no le pagamos, no nos dará más pan.
5 Y ambos a dos, el maestresala y el panadero del rey de Egipto, que estaban presos en la cárcel, soñaron un sueño, cada uno su sueño en una misma noche, cada uno conforme a la declaración de su sueño. Contádmelo ahora. 9 Entonces el principal de los maestresalas contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,
Al acordarse de su tesoro tuvo otra sacudida, y se removió en el asiento lastimándose mucho con el duro contacto de aquellos mal llamados muelles. «Pero el cuento más salado ¡narices! dijo Olmedo , es el del panadero. ¿Lo sabes tú? Cuando aquel obispo fue a la visita pastoral y se acostó en la cama del cura... Veréis...». Fortunata se levantó para marcharse.
¿Estás aquí? preguntó Bringas después de aguardar un rato, durante el cual hubo de dudar si su esposa estaba presente o no. Aquí estoy... sí respondió Rosalía contestando apresurada . El panadero... hoy no he tomado más que tres libras... Pues yo juraría... ¿Será que todo lo veo trastornado? ¿Todavía estás con lo de la bata?... dijo Rosalía acercándose a él y haciéndole caricias...
De pronto, ve un hulano que avanza cantando por el camino; lleva la gorra de cuartel echada atrás y sus espuelas resuenan. El panadero siente palpitar su corazón de reservista bajo su delantal blanco; se quita la pipa de la boca y, haciendo una bocina con la mano, exclama: ¡Juan! ¡Es Juan, no hay duda!... ¡Eh! ¡Camarada! Y caen uno en brazos de otro.
Juan ha abierto la puerta sin ruido y se detiene detrás del panadero, cuando éste se dispone a guardar bajo llave los cartuchos de monedas. ¿Todo eso es para mí? pregunta poniéndole la mano sobre el hombro. ¡Alabado sea Dios! ¡Al fin has venido! exclama Franz alegremente. Después de una ojeada examina a su amigo, de la cabeza a los pies.
Palabra del Dia
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