United States or Bahrain ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ella se encoge de hombros: ¿Con quién? ¡ nadie en el mundo se interesa por !... ¡ni un cuidador de vacas siquiera!... Pero tengo que irme a la fuerza. Aquí una acaba por perder toda esperanza, por morirse... Y, como nadie viene, huiré sola.

Entonces se presentó Spadoni. Castro tenía una idea vaga de que pagó el primer mes, pero no estaba seguro de ello. Lo que sabía con certeza era que no pagó más. Los propietarios, residentes en París, habían acabado por aceptar esta situación, viendo en el pianista un cuidador gratuito de aquella casa que les inspiraba miedo.

Pero los que conocen bien al animal dicen que sabe de arrepentimiento y de ternura, como un cuento que trae un libro viejo que publicaron, allá al principiar este siglo, los sabios de Francia, donde está lo que hizo un elefante que mató a su cuidador, que allá llaman cornac, porque le había lastimado con el arpón la trompa; y cuando la mujer del cornac se le arrodilló desesperada delante con su hijito, y le rogó que los matase a ellos también, no los mató, sino que con la trompa le quitó el niño a la madre, y se lo puso sobre el cuello, que es donde los cornacs se sientan, y nunca permitió que lo montase más cornac que aquél.

Hoy no hay lechero, sirviente, panadero, peón, gañán ni cuidador de ganado que no sea alemán, inglés, vasco, italiano, español, porque es tal el consumo de hombres que ha hecho en diez años; tanta carne humana necesita el americanismo, que al cabo la población americana se agota y va toda a enregimentarse en los cuadros que la metralla ralea desde que el sol sale hasta que anochece.

Quería sacar ventaja, no hay duda, ya fuera por el hecho de que usted no podría consentir que se supiera que era la esposa de un hombre vulgar, de un cuidador de caballos, o ya porque tenía la intención de entrar en posesión de su dinero a la muerte de su padre. Ciertamente que no es el suyo el primer casamiento de esta clase que se ha celebrado añadí, con un sentimiento de espanto y confusión.

La costumbre en que se han criado, su mucha sumisión y el miedo del azote son los que les hacen sujetar a ello; y así cuesta un sumo trabajo el juntarlos y conducirlos a las faenas. Para cada ocupación es necesario nombrar un cuidador; hay cuidadores de los tejedores, de los carpinteros, de los herreros, de los cocineros, de los sacristanes, de los carniceros y, en fin, de todos los oficios.

Le hablé de las teorías de Barey, el célebre cuidador inglés, según el cual una palabra colérica aumenta el pulso de un caballo en diez pulsaciones por minuto. Luego, ya por mi cuenta, le dije que para correr sus caballos debe elegir un «jockey» que tenga voz de tenor, porque las vibraciones de este timbre son un estímulo mayor para los animales que la voz baritonal. No se dió cuenta del titeo.

El tal individuo era, por lo tanto, como yo lo había supuesto por su aspecto, un cuidador de caballos, un caballerizo o algo por el estilo.