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Con efecto, estando allí muy tranquilo mirando correr el agua de jabón y viendo a las lavanderas colgar sus ropas en los cordeles, dieron sobre el presidente del Consejo de Ministros, el de la Juventud Católica, el ministro de Fomento y el de Gracia y Justicia, los cuales inmediatamente me amarraron y me condujeron a la cárcel.

Un día hubo motín de lavanderas. El Ayuntamiento, a quien el pueblo llamaba el gran matutero, les exigía un nuevo impuesto, y las pobres no podían ni querían pagarlo.

Menos el novelista, que guardaba huraña actitud, el curso íntegro, divertido por la situación, imitó en masa al payaso, convirtiéndose en un cortejo de plañideras. De cuando en cuando, alguno retorcía el pañuelo, como si estuviese empapado en lágrimas, para exprimirlo a la usanza de las lavanderas al tender la ropa al sol...

Por un lado el movimiento y el ruido de la playa, el murmullo cadencioso de las olas, las canciones de las lavanderas al depositar la ropa en las rocas, las risotadas de los bañistas y las locas carreras en la marea baja por la inmensa sábana de arena franjeada de plata; y por el otro la calma y el reposo de los campos, las frondosas laderas y el camino solitario en el que raros transeúntes ponían una sombra de vida, mientras que la capilla con sus muros grisáceos, su puerta baja y sus barrotes en cruz, parecía, al contrario, un monumento funerario.

La antigua Marsella, al norte del magnífico puerto, se distingue por sus calles estrechas, irregulares, divididas en pequeñísimas porciones, sucias en extremo, con casas ennegrecidas y horribles y con una poblacion que cruzan en incesante movimiento grupos de marinos, numerosas turbas de obreros y carreteros, lavanderas con trajes extravagantes, mujeres perdidas, mil mendigos y todas las clases inferiores de la opulenta Marsella.

En el llano es donde está lo más bello y las figuras más características: las lavanderas que lavan en el arroyo; los paveros y polleros conduciendo sus manadas; un guardia civil que lleva dos granujas presos; caballeros que pasean en lujosas carretelas junto al camello de un Rey Mago, y Perico el ciego tocando la guitarra en un corrillo donde curiosean los pastores que han vuelto del Portal.

Mañana me traerá el esbozo. ¿Se lo figura usted así...? Carnes rosadas al aire libre; vestidos rosados; alrededor, matorrales rosados, y encima, la luz rosada del crepúsculo. LORENZA. Yo he visto lavanderas en Bretaña; eran viejas, sucias, feas y espléndidas; lavaban en pleno sol y estaban amarillas y terrosas. Componían un horrible poema de miseria y de espanto.

Con efecto, estando allí muy tranquilo, mirando correr el agua de jabón y viendo a las lavanderas colgar sus ropas en los cordeles, dieron sobre el presidente del Consejo de Ministros, el de la Juventud Católica, el ministro de Fomento y el de Gracia y Justicia, los cuales inmediatamente me amarraron y me condujeron a la cárcel.

En breve nuestro paquebote se llenó de lavanderas, fruteras y vendedoras de fruslerías y corotos de toda especie, algunos de los cuales fabricados de paja, cerda ó pita, me parecieron objetos de arte muy curiosos.

Al llegar cerca del puente sobre el Ebro, una porción de lavanderas y de mujeres de carabineros salieron a ver la extraña comitiva, y varias de ellas comenzaron a cantar, sobre todo dirigiéndose a la monja: Ahora que estarás contentona Carlistona, mandilona; Ahora que estarás contentón Carlistón, mandilón, cobardón. La pobre superiora estaba lívida de rabia.