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Actualizado: 6 de junio de 2025


Pero donde puso todo el corazón rebosante de ternura y amor, fue en la carta última, que le escribió a su anciana madre, entonces aquí, al lado de los que se sentaban a la mesa del jerez y de la manzanilla a comer el plato del robo y de la villanía. Oíd esa carta: «Madre mía: Hoy 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en usted. Yo sin cesar pienso en usted.

Era una emoción igual á la que circula por los corredores medio desiertos de una Cámara de diputados mientras en el hemiciclo rebosante se defienden los ministros en peligro de muerte. Iba creciendo la noticia al ir de grupo en grupo, con esa satisfacción mezclada de inquietud que inspiran á los humildes los malos negocios de sus patrones.

»Usted, Antoñita, rebosante de vida y juventud, dotada de gracia y de hermosura, tiene derecho a disfrutar la dicha que de seguro le reserva el porvenir. No se deje, pues, dominar por el dolor que a su tío y a nos arrastra hacia el sepulcro... El sentimiento de haber perdido a una hermana no debe abrir en su alma un abismo tan profundo como lo abre la pérdida de una novia, o de una hija.

Soñó con amistades heroicas, fue todo franqueza y ardor, ofreciendo, sin ambages, en rebosante copa, la lealtad de su pecho; pero no tardó en advertir que sigiloso encono crispaba todos los labios en su presencia y que su mano calurosa no estrechaba sino dedos laxos y fríos.

La obra, efectivamente, triunfó; el primer acto, sobre todo, risueño, pintoresco, rebosante de frescura y de elegante frivolidad, hipnotizó al público; á cada verso de «Sylvette» ó de «Straforel», contestaban los espectadores con un aplauso. Julio Claretie, el verdadero «descubridor» de Rostand, reventaba de gozo. Esto ocurría en la Comedia Francesa la noche del 21 de Mayo de 1894.

Procuré disuadirla, riendo, de su fundada sospecha, y loé de corazón su franqueza. ¿Cómo pude hallar censurable aquella naturaleza espontánea, sincera, rebosante de pasión y de alegría? Pero las nieblas de la duda no se desvanecieron por completo en mi espíritu, harto suspicaz.

La señorita de la casa admiró con insinuante ponderación la gracia de la florecilla, y el joven, por no saber qué hacer ni qué decir, se la quitó del ojal, ofreciéndosela. Fué aquel un momento incomparable para Narcisa; tomó en triunfo la flor, y se la prendió en el pecho, rebosante de gozo....

Como las notas de una dulce y melancólica música que llega notando en las alas de la noche y del silencio, y que más bien sentimos que oímos; como la suave exhalación de la violeta que fenece sobre el sentido que hechiza; como el copo de nieve que se disuelve en el aire antes que lo haya empañado la tierra; como la ligera marea separada de la fuerte ola que una ráfaga la destruye, tal era su naturaleza, rebosante de esa modestia, gracia y ternura, sin las cuales una mujer no es mujer.

Levantose el doctor y poniéndole la mano en el hombro, le dijo: Vamos, Amaury; hombre. ¡Amaury! ¡Hermano mío! dijo Antonia tendiéndole la mano. Pero el corazón del joven, rebosante ya de hiel, tenía que desbordarse y su dolor, contenido hasta entonces, hizo explosión de pronto.

»Con los brazos cargados de flores y el corazón rebosante de alegría salimos de casa del jardinero y emprendimos el camino hacia la quinta de Ville d'Avray. »Ya lo ve usted, Antoñita: el doctor Avrigny, que en cierta ocasión supo salvar a la hija de aquel hombre, no ha logrado salvar ahora a su propia hija.

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