Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de junio de 2025
De veras que debí darle la peseta... ¡Pobrecilla! Si mañana tuviera tiempo, la buscaría para dársela». El reloj de la Puerta del Sol dio la hora. Después Moreno advirtió el profundísimo silencio que le envolvía, y la idea de la soledad sucedió en su mente a las impresiones musicales. Figurábase que no existía nadie a su lado, que la casa estaba desierta, el barrio desierto, Madrid desierto.
Pronto se casará entonces. ¡Ay, Dios! exclamó doña Rosalía con profunda lástima. Me parece que están verdes; hoy no se casan las jóvenes hermosas si no tienen dinero, ¿cómo se ha de casar ella no siendo rica ni bonita? Yo no la encuentro fea. ¡Ay, Dios! ¡Pobrecilla! Ya comprende que no debe pensar en esas cosas. Últimamente se ha metido mucho por la iglesia.
Y volvió a mirar al chico, recreándose silenciosamente en su hermosura y lozanía. Fortunata le bebía a ella las miradas, jactándose de adivinarle el pensamiento, el cual bien podía ser este: «¡Si Jacinta le viera...!». ¿Pero cómo le había de ver? Esto sí que era imposible. «Por mí pensaba la Pitusa , no habría inconveniente... ¡Pero cuánto sufrirá la pobrecilla, si le ve!
De él salen las grandes ideas y las grandes bellezas. Viene luego la inteligencia, el arte, la mano de obra, saca el bloque, lo talla»... Pues chico, ahí la tienes bien labrada... ¡Qué líneas tan primorosas!... Por supuesto, hablando, de fijo que mete la pata. Yo me acercaba con disimulo. Comprendí que me había conocido y que mis miradas la cohibían... ¡Pobrecilla!
No diga usted más manifestó Guillermina con cierta solemnidad . Me basta. Lo creo. Si usted me hubiera dicho lo contrario, yo le habría pedido que hiciese todo lo posible por devolver a esa pobrecilla la tranquilidad, eso es.
Y otras frases por el estilo que indicaban que la fiel esposa volvía por la dignidad de su marido con más cuidado que él mismo. En cambio, ella se humillaba la pobrecilla y siguió padeciendo los desdenes de su madre y de su hermana sin quejarse. Mario no pudo resistir la tentación de pasar aquella mañana por delante de la casa. Los balcones estaban cerrados y no vio a nadie.
La pobrecilla, para entretener sus fastidios villaverdinos, repasaba el repertorio en boga. No me detuve a escucharla. Me pareció que cometía yo una infidelidad. La plaza estaba casi a obscuras. Ardían los cinco faroles, pero con luz tan débil y escatimada, que apenas dejaban ver los árboles, la fuente y el barandal.
«Comienza una obra de Rodrigo de Cota, á manera de diálogo, entre el Amor y un Viejo, que escarmentado de él, muy retraído se figura en una huerta seca y destruída, do la casa del Placer derribada se muestra, cerrada la puerta, en una pobrecilla choza metido, etc.» La edición más antigua es la de Valencia, de 1511, por Cristóbal Hoffman. Cancionero general; Amberes, 1573, fols. 64 y 113.
Una serie de acontecimientos providenciales te ha puesto en mi poder y creería cometer un crimen si te llevara de nuevo a aquel aborrecido encierro, donde al fin serías víctima del egoísmo fanático y de la insoportable autoridad de quien no tiene ningún derecho a martirizarte... Pobrecilla, graba en tu memoria lo que te estoy diciendo y más tarde bendecirás esta locura mía. No, no volverás allá.
¡Volvía a Madrid, te llamaba, te escribía!... observó Jacinta, sentándose al borde del lecho, la mirada fija, apagada la voz. Es decir, hacía que me escribieran, porque la pobrecilla no sabe... «Pues señor, no hay más remedio que ir allá». Cree que tu pobre marido iba de muy mal humor.
Palabra del Dia
Otros Mirando