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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Una serie de acontecimientos providenciales te ha puesto en mi poder y creería cometer un crimen si te llevara de nuevo a aquel aborrecido encierro, donde al fin serías víctima del egoísmo fanático y de la insoportable autoridad de quien no tiene ningún derecho a martirizarte... Pobrecilla, graba en tu memoria lo que te estoy diciendo y más tarde bendecirás esta locura mía. No, no volverás allá.

El hombre graba en su angustiada mente con santos signos la mejor palabra, y canta en tus recuerdos inspirado, volviendo tristemente sobre el tiempo dichoso y ya pasado, en que tu amor tan sólo, su amor era; amor dulce, sereno, inmaculado como el rayo del sol en primavera.

Aquellas escenas, en que el joven Fernando vuelve como vencedor de las guerras contra los moros, y en vez de la recompensa que esperaba, encuentra decapitado á su noble padre por las calumnias del infame Peláez, amenazándole también el mismo suplicio; su refugio en una iglesia, en donde se parapeta y defiende contra el populacho amotinado; la aparición maravillosa de la joven doncella, su ángel salvador, que llega á libertarlo estando tan próximo á la muerte; el sacrificio de su hermana, á quien inmola, rogándoselo ella para hacer vanas las asechanzas de su enemigo; y la venganza completa, que, después de afrontar infinitos peligros, que se suceden con interés siempre creciente, toma al cabo de los traidores, dejando su honor inmaculado: todo esto se graba perfectamente en la memoria de cualquiera si alguna vez llega á leerlo.

La idea de que Elías era amigo del Rey, unió en la mente del pueblo la persona del fanático y aquella palabra: los nombres que el pueblo graba en la frente de un individuo con su sello de fuego, no se borran nunca. Así es que Elías se llamaba así, para todo el mundo. Sus pocos amigos únicamente se cuidaban bien de nombrarle así.

Y por otra parte, mi imposible propósito de amor verdadero y único en la tierra, de purificación de culpas y de olvido de afrentas, me arrebata y pugna por echarme en brazos de la muerte. Hoy, como hace ya muchos años, no repruebo yo ni censuro las obras divinas que en torno mío resplandecen y cuya imagen se graba en mi alma.

Palabra del Dia

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