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Actualizado: 13 de junio de 2025
García aprobaba con el gesto y con algunas palabras sueltas la belleza de la canción. «¡Grandioso en verdad! ¡Muy patético! ¡Qué pompa! ¡Qué ornato...!» Cuando Tristán terminó, caminaron algún tiempo en silencio. De pronto García se detiene y exclama en tono resuelto: ¿Sabes lo que te digo, Tristán...? La barca a pique es una pieza de relevante mérito.
Cardenio estaba en el mismo pensamiento, y el de Luscinda corría por la misma cuenta. Don Fernando daba gracias al cielo por la merced recebida y haberle sacado de aquel intricado laberinto, donde se hallaba tan a pique de perder el crédito y el alma; y, finalmente, cuantos en la venta estaban, estaban contentos y gozosos del buen suceso que habían tenido tan trabados y desesperados negocios.
Acaso salgamos bien de la empresa, y harto se comprende el provecho y la gloria que de ello nos resultarían. Si somos vencidos, si las fustas de Aga Mahamud echan a pique nuestra nave ¿qué le hemos de hacer? Morir tenemos, como dicen los cartujos, y lo mismo es hoy que mañana. Yo aquí, como apoderado comercial de los señores Adorno y Salvago, sólo debo mirar por sus intereses.
¡Paz, Alvarez, paz! cállese el viejo congrio. Me ha parecido ver moverse alguna cosa sobre el puente. Y de nuevo, empuñando la inmensa bocina, gritó: ¡Ah de la tartana!... ¡ah!... enviad una embarcación, si no os echo a pique... Como perros malditos que sois añadió Alvarez.
A lo que respondió Sancho Panza: -Señor, en eso no hay que reparar, que bien puede ser que los regidores que entonces rebuznaron viniesen con el tiempo a ser alcaldes de su pueblo, y así, se pueden llamar con entrambos títulos; cuanto más, que no hace al caso a la verdad de la historia ser los rebuznadores alcaldes o regidores, como ellos una por una hayan rebuznado; porque tan a pique está de rebuznar un alcalde como un regidor.
Y Sansón le dijo: ¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale vuestra merced con eso? Y ¿agora que estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la vida, como unos príncipes, quiere vuesa merced hacerse ermitaño? Calle, por su vida, vuelva en sí, y déjese de cuentos.
A pesar de su humilde aspecto, muchas veces, en nuestros combates navales, echaron á pique á los navíos gigantescos, que representaban el valor de una ciudad. Toda guerra resultaba más mortífera y costosa que la anterior. Las madres, al dar á luz á sus hijos, sabían que no fabricaban hombres, sino soldados.
Davis, dije, volvia de arribada En su nave; las dos fueron abriendo, Y á pique fué la gente supultada, En el fondo al infierno descendiendo. Al Isla Grande viene, así llamada, Davis, que cruda sed ya padeciendo Venia con su gente: aquí ha surgido; Y oíd lo que en la isla ha sucedido.
Sin duda, en las inmediaciones de la cocina se había hablado mucho de la posibilidad de ciertas visitas, y cada vez que llegaba alguien á la casa temían todos que fuese la policía. El chófer preguntaba con sorda cólera á sus compañeros: Se mató el capitán, y este barco se va á pique. ¿Quién nos pagará ahora lo que nos deben?...
Corriente, padre rector, corriente... Yo tengo mi confesor fijo; nunca me he confesado con otro... El padre Pareja, excelente sujeto. ¡Un santo, padre rector, un santo! ¿Usted me entiende? El padre rector lo entendió tan bien, que estuvo a pique de soltar la risa. El padre Pareja, confesor ordinario del señor marqués, había muerto diez años antes.
Palabra del Dia
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