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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Según allí me dijeron, además del Trinidad, se habían ido a pique el Argonauta, de 92, mandado por D. Antonio Pareja, y el San Agustín, de 80, mandado por D. Felipe Cajigal.
¡Si sólo torpedeasen á los buques armados! añadió . La guerra es un salvajismo, y hay que cerrar los ojos ante sus golpes traidores, aceptándolos como hazañas gloriosas... Pero hacen algo más: tú lo sabes. Echan á pique buques de comercio, vapores de pasajeros, donde van mujeres, donde van pequeños. Sus mejillas curtidas tomaron una coloración de ladrillo cocido.
Y como si la suerte se complaciera en allanarle todos los caminos que emprendía, dale la corazonada de jugar un billete a la lotería, y le cae, como quien nada dice, más de medio millón. Este golpe inesperado le puso a pique de desbaratar sus maduros proyectos, excitándole a darse por satisfecho de los mimos de la suerte, y a quedarse a vivir de sus rentas en Madrid.
Triunfante Butrón y rejuvenecido, felicitaba a unos, animaba a otros, multiplicábase por todas partes, tendiendo siempre la caña, y entre el calorcillo de la cena y el humo de las satisfacciones, estuvo a pique de desquiciarse aquella cabeza tan firme, hasta el punto de pasar por ella la idea de invitar para el cotillón a la excelentísima señora doña Paulina Gómez de Rebollar de González de Hermosilla.
Tragomer, dijo Marenval, estaba en el agua con Jacobo, sosteniéndole, animándole bajo una lluvia de balas y en un sitio en que pululan los tiburones... Sí, miss Harvey, el episodio fué vivo... Tuvimos que echar á pique la lancha de la Administración para escapar á sus ataques; pero no hemos tirado ni un tiro, aun en defensa propia, pues no queríamos tirar contra franceses. ¡Oh! ¡De buena nos escapamos!
Entretanto, el oriente comenzaba a empurpurarse en abanico, y el horizonte había perdido ya su matinal precisión. Milk cruzó las patas delanteras y sintió leve dolor. Miró sus dedos sin moverse, decidiéndose por fin a olfatearlos. El día anterior se había sacado un pique, y en recuerdo de lo que había sufrido lamió extensamente el dedo enfermo. No podía caminar exclamó, en conclusión.
Eran tres: en el primero se veían los dos buques, con las velas desplegadas, que iban acercándose; el segundo fijaba el preciso momento del fragor del combate, y en el último los dos navíos estaban desarbolados, a punto de irse a pique.
Cerca de las islas Celebes echamos a pique, a cañonazos, tres grandes embarcaciones de piratas que venían dispuestos a tomar nuestro bergantín al abordaje. También tuvimos que dar una buena lección a unos moros ladrones de la isla de Joló. Sir Wilkins era un marino sencillamente extraordinario.
Ahora le veía como nuevo y superaba en mucho a sus sueños e imaginaciones; era más guapo, más sonrosado, más alegre y más gordo. El Marquesito vestía aquella tarde un traje de alpaca fina, de color de garbanzo, chaleco del mismo color de piqué y calzaba unas babuchas de verano que Edelmira consideraba el colmo de la elegancia, aunque parecía cosa de turcos.
Cristeta dejó de ir a paseo y no permitió salir a la chica, con objeto de excitar y enardecer más la curiosidad de don Juan; pero a la par que esto hacía por reflexión, se apoderó de ella tal impaciencia que estuvo a pique de escribirle diciéndole con terrible laconismo: «Ven.» Por supuesto que si lo hace él se presenta de fijo en su casa o dondequiera le citase, sin miedo a marido, aunque fuera más temible que el Gran Turco.
Palabra del Dia
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