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Actualizado: 24 de julio de 2025


Yo vengo aquí, sin más autoridad que la del limpio corazón enamorado de lo sublime, a rememorar, siquiera sea brevemente, la vida meritísima y gloriosa, la vida llena de infinitas ternuras y cruentos martirios de ese enorme soñador melancólico, caballero de todas las justicias, que sufrió por la patria al través de los años de su existencia, cuanto hombre puede sufrir, y cayó desplomado de su corcel de guerra, para no levantarse jamás, como un Aquiles de poema, en la trágica hermosura del combate, peleando como simple soldado por la libertad, en un luminoso mediodía de mayo.... Yo vengo aquí a recordar sus doctrinas, su bello y magnífico ideal: la República con todos y para el bien de todos, la República de «ojos abiertos» y sin secretos, la República equitativa y trabajadora, ancha y generosa, altar de sus hijos y no pedestal de ellos, la República cuya primera Ley fuera el amor y el respeto mutuo de todos los derechos del hombre, la República culta, con los libros de aprender al lado de la mesa de ganar el pan, la República con su templo orlado de héroes, la República sin camarillas, sin misterios y sin calumnias, ¡la República! y no la mayordomía espantada o la hacienda lúgubre de privilegios y monopolios irritantes; la República justa y real en donde fuera un hecho el reconocimiento y la práctica de las libertades verdaderas.

Parece el lugar donde los genios de la montaña vienen á llorar sus tristezas, y aquellas aguas opacas y pesadas como el plomo, las lágrimas que derraman. El conde, apenas hubo arrojado sobre él una mirada, se volvió con Pedro. Quedamos ella y yo en pie sobre el abismo. ¡Qué hermosa estaba sobre su pedestal granítico! Después de Dios, jamás contempló aquellas aguas un ser tan bello.

Esta buena expresion de Welington hubo de inspirar á uno de nuestros compañeros de expedicion, el cual dijo: esa columna es un digno pedestal de aquella estátua. Realmente, Napoleon no necesitaba menor cimiento. Subimos á nuestro carruaje, y á los veinticinco ó treinta minutos estábamos en el bosque de Bolonia.

En aquel momento se encontraba en la cúspide de la altura á que los dones de la inteligencia, de la erudición, de la oratoria, y de un nombre de intachable pureza, podían elevar á un eclesiástico en los primeros tiempos de la Nueva Inglaterra, cuando ya una carrera de esa clase era en misma un alto pedestal.

Republicano de alma incontrastable Cantaste á la divina libertad, Con una voz tonante y poderosa Que los tronos podia hacer temblar, Y estremecer las masas populares Cual las furiosas olas de la mar, Y despertar el alta inteligencia Que al cielo remontaba en vuelo audaz, Mientras tranquilo el mundo contemplando, Como estátua sobre alto pedestal, Podias con los ojos del espíritu Ver los hombres y dias de otra edad!

dijo el cura pensativo sin ocuparse ya de los suspiros de la abuela, el individualismo es ahora una especie de contagio. Es la idea fija de muchas jóvenes... ¿Es un bien o un mal?... El porvenir lo dirá. Por el momento, se hace un pedestal a la mujer moderna sin pensar que, acaso, el individualismo llegará a ser sinónimo de egoísmo... No, señor cura respondió Genoveva con energía.

..., ¿para qué? repetía desde su silla con voz de sepulcro doña Ramona, que, si ya no se llamara la Esfinge, hubiera habido que llamárselo desde entonces, al verla tiesa, pálida, inmóvil y misteriosa, clavada en su asiento como escultura egipcia en su pedestal.

Más abajo, rápidas pendientes, rebordes de rocas y estribaciones cubiertas de bosques ocultan en gran parte las laderas de la montaña; pero el conjunto parece tanto más alto y sublime cuanto que la mirada abarca solamente una parte, como una estatua cuyo pedestal estuviera oculto; resplandece en mitad del cielo, en la región de las nubes, entre la luz pura.

En el primero está una estátua de Esculapio de marmol antigua de siete cuartas de alto maltratada. En el cuarto otra estátua de marmol antigua del mismo tamaño, de otro hombre desnudo también maltratada. En medio de dicho jardín hay una fuente con su taza de marmol de cinco cuartas de diámetro y su pedestal de relieve toda ella de más de vara de alto con su saltadero de bronce.

Me espanta descender con precipitación del único pedestal que me sostiene. ¿Qué será de cuando sea yo vieja y fea? ¿Qué me quedará de respetable y de digno y de simpático cuando vengan la vejez y las enfermedades y poco a poco me vayan destruyendo y matando?

Palabra del Dia

malignas

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