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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Por las ventanas de todas sus habitaciones, que dan al septentrión, se descubre: primero, una faja de vega, de un kilómetro de ancho, que va á morir en el río; luego el mismo río, orlado de pomposas arboledas, y, á su otra margen, un segundo anfiteatro, que es la Vera de Plasencia, y que termina en las perpetuas nieves de las Sierras de Jaranda y de Gredos.
Forzoso es reconocer que su fisonomía estaba en perfecta consonancia con su apostura y su traje, y que no era fácil el imaginar facciones más elegantes que las de su rostro orlado de negros cabellos y negras patillas que le servían de marco y al que prestaba un carácter altamente distinguido la mate y juvenil palidez que lo cubría.
Sentado ante un tablero de dibujo en el que había clavada una hoja grande de papel, iba trazando los contornos de un canal. Pero el dibujo se esfumó poco á poco para ser reemplazado por una visión de la realidad ordinaria. Las líneas rojas y azules se convirtieron en un río orlado de sauces, en terrenos yermos y caminos polvorientos.
Aprécieme si puede, compadézcame si quiere, no me maldiga, ocurra lo que ocurra, y si en el próximo correo recibe un sobre orlado de negro, hágame el honor de creer firmemente que no tengo ningún derecho a su reconocimiento. »Beso la mano más linda de París. La condesa viuda de Villanera a la señora de La Tour de Embleuse. «Villa Dandolo, 2 mayo 1853.
No hacía un año que terminara un Libro de horas para la Reina de Francia, que fué asombro de aquella Corte, y ahora, ¡no podía trazar la más insignificante florecilla! ¡El, que había logrado pintar dentro de la inicial de Stabat Mater el rostro de la Madre de Dios, con tanto primor y arte, que se veían rodar las lágrimas por las mejillas de la Dolorosa! ¡El, que había orlado los versículos del Magníficat con follajes y roleos inconcebiblemente diminutos!
Vestía, dentro de su condición, con elegancia y primor. Por encima del traje traía un delantal color gris orlado de puntilla blanca. ¡Ya podías aguardarme, chiquilla! ¿Dónde estabas metida? dijo con tono de mal humor y distraído a la vez la señora. Estaba en la cocina.... Había ido a darle unas puntadas a la falda de Teresa, que se le ha roto en un clavo repuso con afectada humildad la doncella.
Como un rezo en la boca llagada del leproso. La capilla. Don Farruquiño aparece en el presbiterio, sentado en un escaño con espaldar de viejo y noble belludo, orlado por grandes clavos de bronce. Enfrente se abre el arco de la tribuna, donde se sume la figura negra y bruja de Andreíña. ANDREÍ
El rostro del mártir me causaba risa; era una carita de tonto, pálida, risueña, sin majestad, sin nobleza, sin la expresión augusta que corresponde a santo tan ilustre. A la izquierda, en un marco dorado, bajo un cristal verdoso y orlado de oro sobre fondo negro, un retrato de don Antonio López de Santa-Anna, de gran uniforme, al cuello la cruz de Guadalupe. Uno igual había en mi casa.
Gabriel miraba el jardín, orlado por las arcadas de piedra blanca y sus rudos contrafuertes de berroqueña obscura, en cuya cúspide dejaban las lluvias una florescencia de hongos como botones de terciopelo negruzco. Descendía el sol a un ángulo del jardín, y el resto quedaba en una claridad verdosa, de penumbra conventual.
La cama era colgada y bordada y con flecos de oro cubriendo un paño que servía de cubierta á las almohadas con cinco varas de tafetán verde orlado de puntilla de oro fino, sin que faltase el indispensable vaso de noche, encerrado en una caja revestida por fuera de cordobán, con cordón de hiladillo verde orlado de puntilla de oro fino, y por dentro de bayeta colorada «con la frisadura.» Pagáronse á un maestro guadamecilero 176 reales por dos sobremesas grandes para la mesa del Embajador, y dos chicas para dos bufetes; y se compró por 68 mrs. una baraja de naipes para su entretenimiento.
Palabra del Dia
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