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La opinión me parecía perfectamente equitativa en cuanto a , aunque hiciera yo a la vez que mi proceso también el suyo. Recuerdo que un día ensayé una prueba más convincente que todas las demás.

¿No es ésta la opinión de todos los aquí reunidos? continuaba Simón volviéndose hacia los campesinos, que abrían inmensamente los ojos y le escuchaban admirados. ¿No es tiempo ya de que pasemos de las palabras a los actos?... Puesto que la Administración quiere ser con nosotros equitativa, no nos queda más que dirigirnos a los tribunales... Que todos aquellos que sean de mi parecer levanten la mano.

Afortunadamente, contamos con el apoyo de la esperanza... la esperanza buena y equitativa para todos, pues a todos los que vamos en este cascarón nos asiste por igual... Yo hago este viaje por ganar dinero, por el ansia de saber qué es eso de la riqueza; y no lo hago sólo por .

De tan equitativa que es la ruleta, ha habido que ponerle un cero para garantizarle a las empresas sus gastos infinitos. Convénzase usted. La ruleta es la única obra humana verdaderamente perfecta... Esto decía mi amigo; pero actualmente mi entusiasmo supera al suyo. Para , la ruleta es algo más que una obra humana. Es, como he dicho antes, todo un sistema planetario.

Equitativo; porque hago botas de montar, o sea de equitación; porque están hechas sobre seguro, como en la Equitativa, y porque la ciencia zapateresca ignora las cláusulas políticas, y así manifactura un escarpín para la reina de Escocia, como un zueco ferrado para el sacamantecas, o un zapato de hebilla para el camarlengo; total, equis.

Independientemente de la emoción que le causaba la presencia del hijo de Miguelina, el hecho de no haber recibido a tiempo la respuesta del ministerio le dejaba en situación desairada, pues no podía ofrecer al sindicato la equitativa solución que él había imaginado y esto le quitó una parte de su natural elocuencia.

Yo vengo aquí, sin más autoridad que la del limpio corazón enamorado de lo sublime, a rememorar, siquiera sea brevemente, la vida meritísima y gloriosa, la vida llena de infinitas ternuras y cruentos martirios de ese enorme soñador melancólico, caballero de todas las justicias, que sufrió por la patria al través de los años de su existencia, cuanto hombre puede sufrir, y cayó desplomado de su corcel de guerra, para no levantarse jamás, como un Aquiles de poema, en la trágica hermosura del combate, peleando como simple soldado por la libertad, en un luminoso mediodía de mayo.... Yo vengo aquí a recordar sus doctrinas, su bello y magnífico ideal: la República con todos y para el bien de todos, la República de «ojos abiertos» y sin secretos, la República equitativa y trabajadora, ancha y generosa, altar de sus hijos y no pedestal de ellos, la República cuya primera Ley fuera el amor y el respeto mutuo de todos los derechos del hombre, la República culta, con los libros de aprender al lado de la mesa de ganar el pan, la República con su templo orlado de héroes, la República sin camarillas, sin misterios y sin calumnias, ¡la República! y no la mayordomía espantada o la hacienda lúgubre de privilegios y monopolios irritantes; la República justa y real en donde fuera un hecho el reconocimiento y la práctica de las libertades verdaderas.

Puesto que tiene usted tantos rusos disponibles le preguntaba yo a Fabra Ribas un día , ¿por qué no los distribuye usted de una manera más equitativa? Eso de darle a Morote la exclusiva de los rusos para toda España, me parece injusto.