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Actualizado: 1 de junio de 2025
¡Qué importa! ¿No sabe usted el secreto de hacerle ceder?... Telegrafíe usted a Liverpool y antes de quince días el frasco de azogue baja desde sesenta a cuarenta duros. El duque de Requena había formado por iniciativa y consejo de Llera, hacía cuatro años, una sociedad o sindicato de azogues con el objeto de acaparar todo el mercurio que saliese al mercado.
Nunca; el sindicato tiene seguridad de que antes de un mes subirán a trescientos. Los pocos que estaban en la broma rieron. Los demás fijaron en ellos sus ojos con curiosidad. ¿Qué es eso de los volcanes, Pinedo? preguntó la esposa de Calderón. Señora, se ha formado una sociedad para establecer volcanes en las poblaciones. ¡Ah! ¿Y para que sirven esos volcanes?
Independientemente de la emoción que le causaba la presencia del hijo de Miguelina, el hecho de no haber recibido a tiempo la respuesta del ministerio le dejaba en situación desairada, pues no podía ofrecer al sindicato la equitativa solución que él había imaginado y esto le quitó una parte de su natural elocuencia.
Los sindicalistas pretenden que donde hoy dice «España», «Inglaterra», «Francia» o «Alemania», diga mañana «Sindicato del Hierro», «Sindicato del Carbón», «Sindicato de la Madera», «Sindicato del Papel»... Al principio, naturalmente, los miembros de unos Sindicatos aparecerán mezclados con los de los otros, y en lo que hoy es España, por ejemplo, habrá hombres de papel a la vez que hombres de madera, de carbón y de hierro; pero, a la larga, es lógico suponer que cada Sindicato vaya localizándose en lo posible allí donde encuentre sus primeras materias.
En la sala de la alcaldía, desnuda y de paredes blanqueadas, sentado a la derecha del alcalde el inspector general presenció la entrada de los individuos del sindicato. Fueron llegando en fila, llevando unos la blusa nueva que les caía en pliegues rígidos sobre el pantalón de lana, y luciendo otros sus trajes del domingo ya pasados de moda.
Un Sindicato muy fuerte querrá dominar a los otros, les declarará la guerra y morirán a millones hombres de hierro, hombres de carbón, hombres de cartón piedra y hombres de celuloide... Indudablemente, no hay una gran diferencia entre clasificar a los hombres por oficios o clasificarlos por razas, religiones, idiomas y costumbres. Y no tan sólo no hay una gran diferencia, sino que es igual.
Hecho esto, declaró que se sentía animado de los mejores sentimientos de conciliación y muy deseoso de encontrar, de acuerdo con el sindicato, una solución que, sin lesionar los derechos del Estado, diese satisfacción a los intereses del municipio y de los particulares.
Yo propongo que nos enlevitemos todos y que constituyamos un gran sindicato con sus diferentes secciones. Luego, un día haríamos, por ejemplo, la huelga de la literatura, y desde la hora convenida no saldría a la calle ni un solo adjetivo. ¡Qué conflicto para el régimen!... Pero ya verán ustedes cómo no hacemos nada.
Al cuarto del señor Delaberge. Mañana se reúne en la alcaldía el sindicato formado por los usuarios y antes de convenir con ellos la forma en que habremos de proceder, desearía ver al inspector general... Ya comprendes... No estaría de más hacerle hablar y saber cuáles son sus intenciones...
Y si es verdad que la terminología de los oficios constituye el manantial más rico donde se nutren todos los idiomas modernos, ¿cómo no suponer que cada Sindicato llegará a tener una lengua propia, ininteligible para los otros? Parece que los sindicalistas van a hacer una revolución terrible; pero, a los dos siglos de sindicalismo, el mundo estará, poco más o menos, como ahora.
Palabra del Dia
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