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Actualizado: 24 de julio de 2025


Felicitaciones, apretones de manos, palmaditas protectoras al novio, miradas insistentes, lascivas, anatómicas para la novia, por parte de ellos; por parte de ellas, análisis del traje, del aderezo, cálculo del vigor, de la salud, etc. ¡Psíquis y Cupido presentándose en el Olimpo! pensó Ben Zayb y se grabó la comparacion en la mente para soltarla en mejor ocasion.

Siéntese usted, joven. Está usted en su casa: ya sabe que le considero como de la familia. Y el senador don Gaspar Jiménez acariciaba a Maltrana con aquellas palmaditas protectoras que enorgullecían al joven. Estaba en el despacho del personaje, habitación amueblada con la severidad que correspondía a un hombre de su importancia y su seso. Las sillas eran de cuero, las paredes obscuras.

Los demás se mostraron igualmente alegres por la reconciliación y les felicitaron; pero Antonio no dejó de verter su gotita de hiel en la alegría de Velázquez. ¡Así me gustan los hombres! exclamó dándole palmaditas en el hombro. Una mujer como Soleá merece que nos echemos la fachenda á la espalda.

Todo esto vio Miguel con asombro y deleite. Su tío le llevó varios días al ensayo y le iba explicando minuciosamente lo que cada objeto del diminuto teatro significaba y para lo que servía. Los futuros intérpretes de Rossini y Donizetti le agasajaban mucho; pero una cosa no podía sufrir con paciencia, y era que todos al besarle o darle afectuosas palmaditas en el rostro le mostrasen compasión. ¿Dónde tienes a papá? En Sevilla, contestaba él. ¿Y qué fue a hacer a Sevilla? le preguntaban sonriendo. Miguel se encogía de hombros. ¿No fue a buscarte una mamá?

Esta era más negra: mi sastre es hombre que me recibe con sombrero puesto, que me alarga la mano y me la aprieta; me suele dar dos palmaditas o tres, más bien más que menos, cada vez que me ve; me llama simplemente por mi apellido, a veces por mi nombre como un antiguo amigo; otro tanto hace con todos sus parroquianos, y no me tutea, no por qué: eso tengo que agradecerle todavía.

Sentados en los mullidos sillones del salón, encontrábanse como en la gloria, sacando hacia fuera los rellenos vientres, que hervían como calderas al fuego de la digestión, y sintiendo subir al cerebro un humillo tenue que al pasar por los ojos tomaba un delicioso tinte rosa. Don Juan dábase cariñosas palmaditas en el vientre.

Amigo mío decía el anciano Villemaurin a su cliente, dándole palmaditas sobre el hombro, nuestra situación es excelente, toda vez que tenemos de nuestra parte el derecho. ¡El resto, Dios lo hará! El resultado no es dudoso: poseéis un corazón animoso, y una mano firme y rápida.

Despues se familiarizaban y se daban disimulados puñetazos, palmaditas en el vientre y algunos hasta se administraron familiares pescozones. Algunos, es verdad, adoptaban cierta actitud desdeñosa para hacer ver que estaban acostumbrados á cosas mejores, ¡vaya, si lo estaban!

Nicolasa, con suma blandura, enjugó las lágrimas del mozo con el propio pañuelo de ella; luego le dió tres ó cuatro palmaditas en el grueso y robusto cogote; luego le hizo unas cuantas muecas como remedando la desconsolada cara que ponía, y, por último, le pegó un afectuoso y archi-familiar tirón de las narices. Tomasuelo no supo resistir á tanto favor y regalo.

Los madrileños se quedarán chupando el dedo por una temporada... ¿no es verdad, señora condesa?... ¿Dónde mejor que entre los suyos, señores?... Y daba palmaditas afectuosas en la rodilla del conde, que le obligó á ponerse el sombrero. ¿Y qué tal, qué ocurre por la parroquia, señor cura? Pero, hombre de Dios, ¿qué quiere usted que pase en este miserable rincón?

Palabra del Dia

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