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Nuestro mal lo debemos á nosotros mismos, no echemos la culpa á nadie. Si España nos viese menos complacientes con la tiranía, y más dispuestos á luchar y sufrir por nuestros derechos, España sería la primera en darnos la libertad, porque cuando el fruto de la concepcion llega á su madurez ¡desgraciada la madre que lo quiera ahogar!

Así se hace, ¡canástoles! Pues mira: ya, por lo poco que falta, no lo echemos a perder con una mala tentación. Firmes con ella si acomete, ¿eh? Se oyó la risa franca de Nieves muy cerquita de la puerta, que a poco rato se abrió dando paso a la sevillanita envuelta en un blanco y holgado peinador, con toda la espesa y fina mata de su pelo rubio dorado tendida sobre la espalda.

Pero cuando se corta y destruye de una vez todo el bosque, como en un acceso de frenesí, dan intenciones de maldecir á quien tal dispuso. La belleza de los bosques que aún quedan en las pendientes de la montaña hace que echemos de menos, con mayor pena, los que nos han robado violentos especuladores.

No echemos en olvido que somos, en los modernos tiempos, el pueblo de Dios, como lo fue Israel en los antiguos. Nada debe extrañarnos que pueblos semibárbaros como Inglaterra, Alemania, Bohemia, Hungría se contaminen; pero ¿cómo habemos de tolerar nosotros, de quien Dios no aparta su confianza, al siervo idólatra y blasfemo en nuestra propia heredad?

Como la intuicion sensible es la base de nuestras relaciones con el mundo externo, y por consiguiente, con nuestros semejantes, natural es que al proponernos expresar un concepto cualquiera echemos mano de aplicaciones sensibles: pero de esto no se infiere, que independientemente de ellas, no haya en nuestro espíritu una verdad real, contenida en el concepto que deseamos explicar.

Supongo que esta tarea le incumbe al señor Leighton añadió, pero prefiero que usted y yo echemos una mirada a los asuntos de mi padre, antes que venga el abogado a examinarlos con sus ojos escudriñadores. Parecía que abrigaba cierta esperanza de encontrar algo que deseaba ocultar al abogado.

En cambio este Federico de mis pecados parece sufrir un ataque de tercianas. ¡Saca el frasco, muchacho, y toma un trago! Tarlein lo hizo como se lo decían. Llegamos con una hora de anticipación observó Sarto. En cuanto echemos pie a tierra enviaremos aviso de la llegada de Vuestra Majestad, porque lo que es ahora no habrá nadie esperándonos. Y entretanto...

En tanto que ellos iban en esta conversación, prosiguió don Quijote con la suya y dijo a Sancho: -Echemos, Panza amigo, pelillos a la mar en esto de nuestras pendencias, y dime ahora, sin tener cuenta con enojo ni rencor alguno: ¿Dónde, cómo y cuándo hallaste a Dulcinea? ¿Qué hacía? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te respondió? ¿Qué rostro hizo cuando leía mi carta? ¿Quién te la trasladó?

Muchacha, trae dados. La joven salió y volvió con un cajoncillo en que había dos dados y un cubilete, los puso sobre la mesa y esperó con una inquietud de cierto género. Amigo Velludo, como nosotros somos dos, la jugaremos. ¡Jugarme! ¿y quién os ha dicho que yo quiero que me juguéis? Vamos, pues puedes evitar que lo echemos á la suerte dijo el alférez ; ¿cuál de nosotros dos te gusta más?

, señora; y por lo mismo la ruego a usted que lo tome como confesión de un pecado feo, y no como alarde de un modo de ver digno de imitarse... Ahora añadió cambiando de tono y de rumbo , para llegar primero donde vamos, echemos por este senderito de la derecha... También es un poco raro, ¿no es verdad? que en la propia hacienda de ustedes tenga yo que servirlos de guía... porque el señor don Alejandro no hace más que seguirnos los pasos... ¿ve usted?... y don Claudio Fuertes lo mismo... ¡Si lo tuvieran todo tan trillado con los pies como lo tengo yo!...