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Salió uno de aquellos europeos, de quien poco ha hice mención, hombre perdido y cruel y encendido en cólera por ver más que nunca perdidos ahora sus intereses, maquinó con el fomento de otros parciales, hacer de un golpe dos tiros, que fueron recoger gran número de esclavos y malquistar al P. Lucas con aquellos pueblos, de suerte que jamás osase ponerse delante de ellos.

Salían las muchachas a bailar, sacadas por los mozos, y Margalida permanecía al lado de su madre, contemplada codiciosamente por todos, pero sin que nadie osase avanzar para invitarla. El mallorquín sintió renacer en él las aficiones camorristas de su primera juventud.

En las Cambroneras siempre era Teodora la escogida. «Señá Teodora: yo quiero a la Fulana, pero con buen finLa vieja, satisfecha de que pusiera en ella su confianza, iba en busca de la mocita. «Fulanito quiere ser tu buñó, pero con formaliá, pa casarse en seguía.» Y la virgen gitana, bajando la cabeza, daba su contestación. «Puesto que no me quiere pa engañarme y perderme, y ya que una mujé de tanto respeto saca la cara por él... bueno, seré su buñíSe veían a espaldas de los padres, lejos del barrio; pasaban horas enteras solos, en completa libertad, pero no había cuidado de que un buen gitano osase cosas mayores.

El gobierno de Córdoba, que se encargó de consumar el atentado, era demasiado subalterno entre los que se habían establecido, para que osase acometer la empresa con tanto descaro, si no se hubiese creído apoyado de los que iban a cosechar los resultados.

Sin embargo desde un principio manifestó el cabildo su deseo de no desprenderse de ella: las limosnas que producia á la Fábrica fueron primero escelente pretesto para retenerla desde la primavera del año 1529 hasta fines del año 31; la mala vigilancia que con ella se habia tenido en su santuario, dando lugar á que un rústico de Antequera, nuevo Diomedes, osase robar el paladion de la moderna Córdoba, fué despues motivo suficiente para que en 1536 se declarasen el cabildo y la ciudad con derecho de patronazgo á su custodia en su santa casa; en el año 1576 el obispo D. Bernardo de Fresneda, con la gran devocion que cobró á esta santa imágen, la detuvo en Córdoba casi tres años, en cuyo tiempo mandó hacerle un vestido de plata y un precioso trono con peana de lo mismo, con la estátua de S. Bernardo y la suya de rodillas, y en los cuatro lados del trono grabada en grandes láminas, tambien de plata, la historia del pastor que trajo la milagrosa imágen de Portugal; el obispo Pazos intentó formalmente en 1586 que no volviera á salir de la catedral, donde quiso erigirle nueva capilla; el cabildo en 1596 probó con hechos que á fuer de patrono podia en caso necesario llevársela adonde mejor le pareciese, porque ofendido de la ilegal donacion que el obispo Portocarrero habia hecho de su santuario, la tuvo depositada en la capilla de S. Pedro hasta que aquel prelado fué trasladado á Cuenca; y finalmente la sequía del año 1699 fué la que dió ocasion á fijar definitivamente la permanencia perpétua de la milagrosa imágen en la catedral, para consuelo del pueblo cordobés y remedio en sus aflicciones y necesidades .

Llevaba muy mal la piedad de los españoles que la codicia destruyese y acabase aquellos pueblos é infamase el buen nombre de la nación, y no menos se sentía la fe de que tales maldades de los suyos la desacreditasen ó hiciesen sumamente abominable con todas aquellas naciones; pero por no romper á las claras con aquellos mercaderes y alborotar la provincia, no se atrevían los Regidores á reclamar en Tribunal Supremo; hasta que los años pasados, estimulados de nuestros misioneros, de los Moxos y de los Chiquitos, se quejaron gravemente en la Real Audiencia de Chuquisaca, pero por haber ido á defender mercancías tan inícuas en la Audiencia cierta persona de mucha autoridad y juntamente muy rica y poderosa, aquel sapientísimo Senado, temeroso de alguna revolución en la provincia, tuvo por consejo más acertado remitir toda la causa al Príncipe de Santo Bonol Virey y Capitán general de estos Reinos de Perú, quien con cristiana piedad despachó rigurosas provisiones, so pena de perdimiento de bienes y destierro del país, á cualquiera que osase comprar y vender á los indios: y al Gobernador que lo permitiese, condenó en privavación de oficio y multó en doce mil pesos para el Fisco Real.

Este disgusto no quedará aquí: sentiré sus consecuencias más adelante... ¿Qué voy á hacer? ¿Qué me aconsejas? ¡Por tu vida, dímelo! Y suplicaba con acento desesperado, tendiendo sus manos, como un ciego que no osase moverse é implorase un guía. ¿Qué quieres que te aconseje? dijo el médico. Lo que yo te puedo decir, te lo diría cualquiera. ¿Piensas buscar á esa mujer?...

Estas demostraciones de estima y afecto obligaron á nuestros Padres á que con confianza le manifestasen su designio de convertir á la á los Chiriguanás y á que se dignase interponer su autoridad contra cualquiera que osase oponerse á esta empresa.

, que amaste en otro tiempo a un hombre hasta la locura, ¿qué sientes por ? ¿No me he engañado? ¿Realmente me quieres...? Sagrario seguía llorando, con la cabeza baja, como si no osase mirar a Luna.

No vino en esto el P. Lucas, y les mandó, mal de su grado, que restituyesen luego las haciendas á sus dueños; y no hubo ninguno, aun de los más atrevidos, que osase contradecirle, porque la reverencia que le habían cobrado, por el severo castigo con que Dios había vengado las injurias que algunos le hicieron en los años pasados, les quitó el atrevimiento para resistirse.