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Creo muy sinceramente que la aristocracia de títulos ó hereditaria, no tiene de malo sino los privilegios y las desigualdades inicuas en que generalmente se apoya.

Cuando don Pablo Aquiles venía con el cuento de que se había hecho saltar a algún compañero, para colocar a un paniaguado de la situación, o relataba, con pelos y señales, los abusos cotidianos, las arbitrariedades inicuas del doctor Eneene, misia Casilda prorrumpía en violenta catilinaria.

Todo el mundo está lleno de preocupaciones inicuas; pero más estúpidas que inicuas. La ciencia, que no miente, se ha apoderado de la verdadera, la única ley que hay en el cúmulo de las mentiras seculares: la ley de la lucha por la existencia. »Ocultadla, echad al fuego los libros que la enseñan, si queréis que todavía se crea en vuestras mentiras.

Era evidente que, tal vez por un exceso de celo, la Administración local intentaba desembarazarse de unas malas tierras con daño evidente para los usuarios de Val-Clavin. El inspector general vióse obligado a confesar que las proposiciones de su amigo Voinchet eran inicuas y abusivas.

Llevaba muy mal la piedad de los españoles que la codicia destruyese y acabase aquellos pueblos é infamase el buen nombre de la nación, y no menos se sentía la fe de que tales maldades de los suyos la desacreditasen ó hiciesen sumamente abominable con todas aquellas naciones; pero por no romper á las claras con aquellos mercaderes y alborotar la provincia, no se atrevían los Regidores á reclamar en Tribunal Supremo; hasta que los años pasados, estimulados de nuestros misioneros, de los Moxos y de los Chiquitos, se quejaron gravemente en la Real Audiencia de Chuquisaca, pero por haber ido á defender mercancías tan inícuas en la Audiencia cierta persona de mucha autoridad y juntamente muy rica y poderosa, aquel sapientísimo Senado, temeroso de alguna revolución en la provincia, tuvo por consejo más acertado remitir toda la causa al Príncipe de Santo Bonol Virey y Capitán general de estos Reinos de Perú, quien con cristiana piedad despachó rigurosas provisiones, so pena de perdimiento de bienes y destierro del país, á cualquiera que osase comprar y vender á los indios: y al Gobernador que lo permitiese, condenó en privavación de oficio y multó en doce mil pesos para el Fisco Real.

En cambio, sabe usar de las palabras y de las formas que satisfacen la exigencia de los indiferentes. Los salvajes, los sanguinarios, los pérfidos, inmundos unitarios, el sanguinario duque de Abrantes, el pérfido ministro del Brasil, ¡la federación!, ¡el sentimiento americano!, ¡el oro inmundo de Francia, las pretensiones inícuas de la Inglaterra, la conquista europea!

Es curioso notar que la Francia, el pueblo que desde el siglo XVII ha hecho avanzar mas poderosamente la civilizacion, en el campo de lo espiritual, de la ciencia y del arte, es la que con sus guerras inicuas ha destruido mas maravillas ú obras maestras artísticas, en Alemania, en Italia y España, como lo atestiguan tantas ruinas en las comarcas del Rin, algunas en la península italiana, y las del Alcázar de Toledo, la Alhambra y el Jeneralife en Granada, etc., etc.

De inicuas cesantías sufridas en tiempos de gobiernos reaccionarios. No es bastante motivo; y aun cuando lo fuera, no estamos facultados.... Es una friolera todo ello. ¿A cuanto asciende la indemnización? A setenta mil reales. Imposible. ¿Por qué? Porque no hay fondos de qué sacarlos. Yo digo que . ¿De cuál? Del de calamidades públicas, por ejemplo.