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Actualizado: 17 de noviembre de 2025
Al cabo de una media hora llegó á un pequeño arroyo en cuya opuesta orilla se levantaba una especie de colina, masa negra é informe que adquiría en la oscuridad proporciones de montaña. Basilio pasó el arroyo saltando sobre piedras que se destacaban negras sobre el fondo brillante del agua, subió la colina y se encaminó á un pequeño recinto encerrado por viejos y medio desmoronados muros.
Por otra parte, ¿cómo no abrazar con ardor las ideas generales el pueblo que había contribuído tanto y con tan buen suceso a generalizar la revolución? ¿Cómo ponerle rienda al vuelo de la fantasía del habitante de una llanura sin límites, dando frente a un río sin ribera opuesta, a un paso de la Europa, sin conciencia de sus propias tradiciones, sin tenerlas en realidad, pueblo nuevo improvisado, y que desde la cuna se oye saludar pueblo grande?
Este abrigadísimo puerto, propio para toda clase de buques, se encuentra inmediatamente al S. de la punta Balangonan. Se halla abierto al NO. y profundiza cerca de una milla en la dirección opuesta, formando en el interior dos pequeñas dársenas, con 23 á 20 metros de fondo fangoso y 16 metros casi tocando á la costa, en las que puede resguardarse cualquier buque del mayor vaguio.
El brazo más largo del dique había quedado incompleto á unos cuantos metros del otro brazo que venía á su encuentro desde la orilla opuesta. Las aguas, cada vez más altas, cubrían estos dos muros, marcando su oculta existencia con remolinos y espumarajos.
Era que la masa, por instinto, adivinaba en ellos la barrera opuesta á toda tentativa de avance. Estancando la vida del país, cortaban el paso á los de abajo.
Al anochecer, llegaron los de tierra al navio, y poco despues los de la lancha. El sábado 8 de Enero, salió á las nueve el Padre Cardiel, con la misma comitiva, á registrar la tierra por la parte opuesta, que es la del sur de este Puerto Deseado; y casi á la propia hora, los mismos de la lancha del dia antecedente, con bastimentos para cuatro dias, por registrar y demarcar todo este puerto.
Con desinteresada satisfacción se decía a sí mismo que había logrado contribuir al establecimiento de una cosa gratísima a Dios, e indispensable a la concertada marcha de la sociedad: el matrimonio cristiano, lazo bendito, por medio del cual la Iglesia atiende juntamente, con admirable sabiduría, a fines espirituales y materiales, santificando los segundos por medio de los primeros. «La índole de tan sagrada institución discurría Julián es opuesta a impúdicos extremos y arrebatos, a romancescos y necios desahogos, ardientes y roncos arrullos de tórtola»; por eso alguna vez que el esposo se deslizaba a familiaridades más despóticas que tiernas, parecíale al capellán que la esposa sufría mucho, herida en su cándida modestia, en su decente compostura; figurábasele que la caída de sus párpados, su encendimiento, su silencio, eran muda protesta contra libertades impropias del honesto trato conyugal.
Rafael, sonriendo al poderoso santo como a un amigo de su niñez, pasó el puente y entró en el Arrabal, la ciudad nueva, anchurosa y despejada como si las apretadas casas de la isla, cansadas de la opresión, hubiesen pasado en tropel a la ribera opuesta, esparciéndose con el alborozo y el desorden de colegiales en libertad. El diputado se detuvo en la entrada de la calle donde estaba el Casino.
Mi padre creía que don Ulpiano era honrado y de superior entendimiento... en su honradez, pudo creer, porque mientras él vivió aquel señor no sufrió reveses de fortuna, que son los que ponen a prueba la verdadera hombría de bien: lo de considerarle como inteligencia superior no me lo explico más que por una cosa: mi padre era débil de puro bondadoso; uno de esos hombres que ni desconfian de nadie ni saben decir que no; y don Ulpiano era de carácter duro, áspero: papá confundiendo la dureza con la energía, creyó de buena fe admirar, y hasta puede que envidiase, la cualidad opuesta a la que formaba la base de su carácter.
Pero se contentan con esa buena intención. Cada vez que se dirigen hacia la tienda ocurre en la parte opuesta algún incidente extraordinario que les hace olvidar su resolución. De pronto, Martín mismo sale al encuentro de ellos, en medio de un grupo de aldeanos a quienes lleva consigo para obsequiarlos. ¡Hola, muchachos!
Palabra del Dia
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