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Actualizado: 17 de julio de 2025
Cuando llegué al fin, sano y salvo á la parte opuesta, sentí no haber tenido la buena idea del campesino austríaco, que esperaba cándida y pacientemente sobre las orillas del Danubio, que el río cesara de correr: algunas horas después de mi paso, el Chiruá no era más que un débil hilo de agua, serpenteando por entre las piedras, que hubiera podido franquearse saltando de una á otra orilla.
Tambien se debe visitar la sierra opuesta á su entrada, que queda al lado del oeste, pues parece natural que de ella desague algun rio, ó corra por sus faldas alguno que venga del interior de la campaña: finalmente se deben examinar de la misma suerte los dos Rios Negro y Colorado, y su terreno intermedio.
Hacía veinte años tal vez que un trapo misericordioso no se había remontado a lo largo de la ilustre familia para adecentarla un poco. Jaime atravesó el recibimiento, entrando en las habitaciones del ala opuesta.
Querida abuela respondí, apoyando la cabeza en su hombro, si esas aborrecidas solteronas fuesen la causa de mi felicidad, ¿las detestarías?... No, hija mía dijo la abuela enternecida. Tu dicha es mi única preocupación... de modo que tú crees... Sí balbucí confusa, sí, creo... ¿Ya no eres opuesta al matrimonio? Muy poquito ya... casi nada.
Podría volver padre, y lo que nosotros hemos de hablar requiere tiempo y calma. Vamos a dar un paseo. Y los dos emprendieron la marcha colina abajo, por la pendiente opuesta a la carretera. Bajaban por entre las cepas, a espaldas de la torre, dirigiéndose a una línea de chumberas que limitaba la gran viña por este lado. María de la Luz intentó detenerse varias veces no queriendo ir tan lejos.
El gozque, que estaba en el puente y en la mitad opuesta del arco, como esperando a su bienhechora, comenzó a latir gozoso, percibiéndola entre las sombras y los árboles.
Por la falda de la colina opuesta, donde está asentada Canzana, bajaba ya la procesión de los ramos llevando á su frente al valeroso Celso. Sonaban lejos las notas agudas de la gaita y el sordo redoble del tambor. Poco después se escucha el ruido de los panderos y el cántico de las mozas.
Para tener que luchar ménos contra la corriente, se costea siempre la orrilla que le es opuesta; mas las multiplicadas sinuosidades que forma el rio, obligan á los navegantes á cruzar muy á menudo de un lado al otro, lo que no deja de ser sumamente peligroso, pues al mas leve choque contra esos troncos flotantes pueden sumergirse las endebles canoas: empero el tino y la destreza con que los pilotos y remeros ejecutan sus maniobras en los momentos difíciles, triunfan de lodos los obstáculos.
Y como él y Lorenzo Fréitas coincidían en la opinión de que cada grado de la esfera tenía por el ecuador o por su anchura máxima quinientos estadios, cuando se creyeron en la parte opuesta del meridiano de Lisboa, creyeron también que distaban noventa mil estadios de dicha ciudad, y que todavía, sin contar los rodeos que tendrían que dar, necesitaban navegar otros noventa mil estadios para volver a la patria.
Por la plaza, y por la calle larga que va desde ésta a la iglesia a orillas del mar, discurría también bastante gente. Basilisa tomó por la carretera de Rodillero, que ciñe la orilla opuesta da la pequeña ensenada frente por frente de Peñascosa, y marchó apresuradamente, casi a la carrera. ¿Por qué corres, mamá? ¿Dónde vamos? preguntó el niño acariciándole con sus manecitas la cara.
Palabra del Dia
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