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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Una semana después la hija de Körner cantaba al piano una sentimental canción, un lieder titulado Vergiesmeinicht, «no me olvides», que no era el de Goëthe, sino mucho más meloso; y al dedicárselo, con la mirada expresiva y los gestos lánguidos, al administrador de las plateadas patillas, le dejaba para siempre rendido a sus encantos y le hacía copartícipe de aquellos sentimientos de sensucht, que él, Nepomuceno, no sospechaba que existieran. Por aquellos días tuvo D. Juan ocasión de enterarse de quién era Fausto, y del pacto que había hecho con el demonio; y adquirió la noción de Margarita, rubia, pobremente vestida, con los ojos humillados y con un cántaro debajo del brazo, camino de la fuente. Margarita era su Marta, aquella señorita tan gruesa, tan blanca, tan fina de cutis y tan espiritual, que le había revelado en pocas horas un mundo nuevo: el de los amores reconcentrados y poéticos.

Susana, no me olvides, ruega al cielo por tu desgraciado Quilito... Ha salido muy borroneada, pero podrá leerla; aquí está ya cerrada, con la dirección bien puesta: cuando me encuentren, me registrarán, y no faltará una buena alma que se la lleve... También le escribiré al comisario, diciéndole que a nadie se culpe de mi muerte: así hacen todos los que se matan, ¡cuántas veces lo he leído en los diarios! esta carta la guardaré en el bolsillo, con la otra.

A cada instante era visitado el despacho por un ángel que entraba retozando. ¡Qué cháchara suplicatoria y qué mendicidad mezclada de regocijo! «Papá, dale el dinero a Francisco para que vaya por el palco de la Comedia... Papá, no olvides que hoy se renueva el abono del Real... Papaíto, págame esta cuenta de Bach... Papá, el sastre... Papá, la modista... Papa, la florista... Papá, la cuenta de Arias... Papá, nuestros abanicos... Papá, el caballo... Papá, papá, papá...». Era un pío pío que no cesaba.

Don Matías no está, señor contestó el criado. Por primera vez se le ocurrió á Sánchez Morueta mirar el gran reloj de la chimenea. ¡Cómo había pasado el tiempo! Y más por la fuerza de la costumbre que por necesidad, quiso comer, ya que á aquella hora todos hacían lo mismo. Ve á donde el Suizo y trae la comida. Lo que te den... lo que á se te ocurra. Sobre todo, un buen café: no lo olvides.

D. Gabriel, estas estampas de Dafne y Apolo, de Júpiter y Europa son indecorosas, y hemos encargado a Sevilla una colección de santos para sustituirlas. Pero ¿qué has dicho de lord Gray? prosiguió quedamente . ¿Que le amo yo? ¡Oh, ese hombre me traerá alguna desgracia! No repara en nada. ¡Qué loca he sido! ¡Me encuentro comprometida! Gabriel, te suplico que olvides lo que te haya dicho lord Gray.

Ya me han dicho que quieres casarte con la chiquilla de Calderón.... Pues hijo, horroroso y ella más fea que azotar a un Cristo, vais a echar unos nenes que habrá que enseñarlos en una barraca. Adiós, Pepe: no te olvides de los boquerones. Ya sabes que no ceno sin ellos. Hasta luego.

Después, golpeando el suelo con el tacón y poniéndose al cuello una gruesa corbata de lana roja, descolgó de la pared una de esas capas de color verde obscuro, como las que llevan los pastores, y se la echó sobre los hombros; calose luego un sombrero de fieltro viejo y raído, cogió una estaca y exclamó: ¡No olvides lo que acabo de decirte, mujer; si no, ya verás! ¡Andando, Juan Claudio!

En el momento de la partida no le asusta la tormenta, ni el viento, ni la lluvia torrencial. Sólo tiene un pensamiento, un deseo único, una palabra: «¡En marcha! ¡En marchaUna vez terminada la comida, levantose Hullin y dijo a su hija: Estoy cansado, hija mía; dame un beso y vamos a dormir. , papá Juan Claudio; pero no olvides despertarme si sales antes del amanecer.

» No olvides que sólo la separa de ti un simple tabique y que tan pronto como oiga el más leve rumor entrará creyendo que no te sientes bien y me encontrará contigo. » Así ocurriría, no lo dudo, si vinieras aquí. » ¡Cómo! ¿Pues adonde he de ir? » Al jardín. Yo bajaría a reunirme contigo a la hora en que conviniéramos. » ¿Qué dices? ¡Al jardín!

Cuando de me aleje Y á los combates vaya, En medio á la batalla Me acordaré de , Y esperaré la noche Para calmar mi anhelo, Interrogando al cielo: ¿Se acordará de ? ¡Adios! nunca me olvides, Y que tu estrella amiga Siempre á tu mente diga Que estoy pensando en : Y si en el campo caigo Por la metralla muerto, Mira ese rayo incierto Y acuérdate de . NADA DIR

Palabra del Dia

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