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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Pues mira, y no lo olvides: hija que se acostumbra a vivir entre la esquivez y el desamor de sus padres, si sale mujer honrada es por un milagro de Dios. Protestó contra el supuesto la marquesa, e insistió en que, desde que la niña había nacido, se la amaba cuanto se la debía amar.
En fin, alabada sea su Divina Majestad, si todo esto lo manda para hacerte vomitar, como a otro San Ignacio, la ponzoña del mundo. No olvides, hijo mío, de qué modo tan patente el Señor ha querido arrancarte de los mesmos brazos de la muerte, que todos lo habemos tenido por milagro, y mira bien cómo te cumple pagar esa segunda vida que te concede.
Es inútil que pretendas lucirte, porque el ruido de las campanas que echamos a vuelo me obscurece la vista como una niebla... ¡no olvides que estamos en el cementerio, y que hemos venido a ver a Tucker! ¿Y cómo dudar que nos hallábamos en el cementerio?... Y debía de ser un día de difuntos, porque el cementerio estaba lleno de gente y de flores.
Cuando estés libre, sube á las cocinas; pregunta por el galopín Aldaba, y dile de mi parte que te lleve á casa de la señora María, la mujer del escudero Melchor... no te olvides. No me olvidaré. Allí tienes preparado y pagado el hospedaje. Es lo último que tengo que decirte. Conque vamos, hijo, vamos.
Amor mío, no me olvides, Que harás la cosa más fiera Que en hombre humano cupiera, Si tu ser al suyo mides; Que no debe de ser hombre: En quien tantas gracias hay... ABIND. ¡Ay! JARIFA. ¿Qué dices, mi bien? ABIND. ¡Ay! JARIFA. Bien merece de ángel nombre. Celindo, Bajamed, Zaro, ¿No he sido yo muy dichosa En ser de tal hombre esposa?
Es necesario que olvides eso, Catalina; don Francisco es un hombre funesto; lleva consigo la desgracia. ¡Ah! harto lo sé; pero no lo puedo olvidar; figuráos, padre, que le amaba sin saberlo, antes de casarme, y que me hubiera casado con él con toda mi voluntad, con todo mi afecto.
Yo nada tengo que ver, contestaba nerviosamente; yo les estuve diciendo: esas son quijoterías... ¿Verdad, tú, que lo he dicho? Basilio no sabía si lo había dicho ó no, pero por complacerle contestó: ¡Sí, hombre! pero ¿qué sucede? ¿Verdad que sí? Mira, tú eres testigo: yo siempre he sido opuesto... tú eres testigo, mira, ¡no te olvides! Sí, hombre, sí, pero ¿qué pasa? Oye, ¡tú eres testigo!
¡Oh! mi único amigo, exclamó llorando la joven, ¿qué me queda fuera de ti? ¿Con qué puedo contar más que con tu ternura? ¡Ya ves qué desgraciada soy y cuan injustamente ... ¡Ámame mucho, para consolarme de tantas tristezas! ¡Te amo! ¡Te amo! querida mía, con toda mi alma. No tengo más que á ti y á mi buen padrino ... ¡ Oh, sí! Te amo y yo haré que todo lo olvides.
El marqués hizo un gesto como si se esforzase por comprender el sentido de tales palabras. Ignoro lo que quieres decir dijo con voz sombría ; pero piensa que hablas de mi mujer. No olvides que lleva mi nombre. ¡Y yo la amo tanto!... Después quedaron los dos en silencio. Según transcurrían los minutos parecía agrandarse la separación entre ambos.
Harás una vida tan nueva para ti, tan llena de distracciones que no cuento mucho con tu exactitud. Juan había detenido el carricoche y nos aguardaba. Era preciso partir. Llorando con toda mi alma tomé las manos del cura y exclamé: Señor cura, la vida tiene momentos bastante malos. Eso pasará, pasará respondió con voz entrecortada. Adiós, mi hijita querida; no me olvides y precávete, precávete...
Palabra del Dia
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