Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 30 de abril de 2025
Era un muchacho pálido, ojeroso, exangüe y consumido por el trabajo; un infeliz, condenado, sin duda, a prisión perpetua en aquel mundo de legajos y mamotretos; siempre inclinado sobre aquella mesita cubierta con un tapete de bayeta verde, delante de aquel tintero de plomo lleno de tinta espesa y natosa. ¿El señor Castro Pérez? ¡En la otra pieza! me contestó el covachuelista. ¿Puedo pasar?
El presbítero andaba tan revuelto y acongojado, que apenas si había contestado a lo que le preguntaban. Se había puesto pálido, ojeroso, y cuando alguna vez cantaba cosas de ópera, arrastraba de tal modo las notas, que parecía que se las paseaba a uno por las tripas.
Adolfo Malats era, al formarse el nido, cuando él no habia aún soltado el cascaron, un muchacho rubio, largo, paliducho y ojeroso.
Doña Bernarda no llegó a sospechar el motivo por el cual su hijo se levantó al día siguiente pálido y ojeroso como quien ha pasado una mala noche. Tampoco sus amigos políticos adivinaron por la tarde la razón por la que Rafael, haciendo buen tiempo, fuese a encerrarse en la atmósfera densa del Casino.
Aquello era un harén preparado al gusto europeo: sólo faltaban los pebeteros y las pipas de largos tubos de seda; y así y todo, trascendía el aposento, a molicie africana. Leticia condujo a uno de los divanes al sorprendido mancebo, que también tenía mucho de oriental entonces con lo lánguido y ojeroso que le habían dejado sus pesadumbres, y se sentó a su lado.
Por fin, aquellas elegantes criaturas sueltan las prendas con descuido escarnecedor sobre las sillas de la sala y corren a encerrarse en el gabinete de Jovita. Cerca de media hora estuvieron deliberando secretamente. D. Cristóbal aguardaba inquieto y ojeroso, paseando con agitación por el corredor como un procesado que espera el veredicto del jurado.
Frente a nosotros estaba la de Enríquez, con su novio; más allá, la mamá y la tía Etelvina, y en medio de ellas, don Alejandro, más sombrío y ojeroso que nunca. Elenita charlaba por los codos con el pollo Lisardo. Joaquinita y Suárez hablaban, aunque no tan animadamente, allá lejos, cerca de los marineros, y Pepita se encargaba de darnos matraca a todos.
Socórrame Vd. ¡Sea Vd. mi amparo! 30 de Mayo. Dios me ha dado fuerzas ara resistir y he resistido. Hace días que no pongo los pies en casa de Pepita; que no la veo. Estoy pálido y ojeroso; y mi padre, lleno de afectuoso cuidado, me pregunta qué padezco y me muestra el interés más vivo. El reino de los cielos cede a la violencia, y yo quiero conquistarle.
Su padre disimula la satisfacción que le causa el oír elogiar a su hijo, pero en realidad está más orgulloso que yo. ¿Cuánto durará esta satisfacción? Del niño al hombre hay una distancia grande. Mme. Lavernette me ha hecho entrega de una carta de Alfonso en la cual me dice que desea vivir con nosotros. Yo temo que cuando venga lo encontraré pálido, ojeroso y flaco. Y esto me tiene preocupada.
Su pensamiento corría desatado en busca del misterioso origen, esperando una feliz casualidad como las que han entregado muchas veces los secretos de la Naturaleza a los hombres de ciencia. Discurría horas y horas al través de las calles, o por las afueras, abstraído, ojeroso, inquieto, torturado por recónditos anhelos de indagación, incomprensibles para los seres que cruzaban a su lado.
Palabra del Dia
Otros Mirando