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Actualizado: 4 de julio de 2025
Apareció Nélida en la puerta del fumadero, mirando hacia el lugar donde estaban los dos amigos. Al ver a Ojeda inmóvil en su sillón, movió la cabeza con gesto aprobativo. Muy bien. Así le quería: obediente. Mientras ella se aproximaba, Isidro se marchó. Hasta luego... Comprendo que estorbo. ¡Buena suerte!
Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con él. Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si giraba una visita, metíase en cama fingiéndose enfermo para no recibirle. Había concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la suya.
Juan, usted era un amigo más obediente en otro tiempo... ¡Entonces cumplía todas las órdenes de Teresita! Juan se estremeció y sin fuerzas ante el recuerdo del querido pasado, que era su único placer, tendió su caja de fósforos.
La mecedora de Lucía, más echada hacia adelante que hacia atrás, cambiaba de súbito de posición, como obediente a un gesto enérgico y contenido de su dueña. Juan no viene: ¡te digo que Juan no viene! ¿Por qué, Lucía, si sabes que si no viene te da pena? ¿Y no te pareció Pedro Real muy arrogante?
Quedar soltera, ocultando su deshonra, con el triste consuelo de no haber engañado a Rafael, podía satisfacerla. ¿Pero y él, que era su hermano? ¿Cómo podría vivir, viendo a todas horas a Luis Dupont, sin exigirle una reparación por su ultraje, pensando que el señorito se reía interiormente de su hazaña, al encararse con él?... A callar, Mariquita dijo con dureza. A callar, y ser obediente.
Y tú, ¡oh, el más noble y obediente escudero que tuvo espada en cinta, barbas en rostro y olfato en las narices!, no te desmaye ni descontente ver llevar ansí delante de tus ojos mesmos a la flor de la caballería andante; que presto, si al plasmador del mundo le place, te verás tan alto y tan sublimado que no te conozcas, y no saldrán defraudadas las promesas que te ha fecho tu buen señor.
¿Se marcha usted? me dijo . Ya, una persona discreta no puede soportar las bachillerías y antojos de este inconsiderado niño. Señora repuse D. Diego es un niño obediente y hará lo que su madre le mande. Beso a usted los pies. Quiso D. Diego salir conmigo; pero la condesa le detuvo, diciendo con enojo: Caballerito, tenemos que hablar. Yo anhelaba respirar fuera de aquella casa.
La pobre esposa, morena, enjuta y obediente, le veía llegar con alegría y con susto, como si fuese una tormenta de lluvia interminable. Cuando Tòni se sentía héroe, sus hazañas iban más allá del cero de la decena.
Yo me levanto á la misma hora, hermana dijo la devota, Yo le proporcionaré á usted ocasiones á esa hora de entretener el entendimiento en cosas santas. A ver sí de aquí en adelante tiene cuidado de no decir esos terribles despropósitos que ahora ha dicho. No volverá dijo en un arrebato de amor al prójimo doña Paulita Yo sé que no volverá: yo confío en que será buena y obediente.
Escuchaba ya su voz irónica: «¡Nada de mujeres!» Y la primera que se presentaba lo hacía marchar ante su paso, confuso pero obediente, lo mismo que un prior que rompe la clausura para recibir á una reina. La inquietud le hizo hablar al coronel, que iba silencioso á su lado, acompañándole desde la verja al edificio. ¿Dónde estaba Castro?... En la biblioteca, con lord Lewis.
Palabra del Dia
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