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A obediente y humilde no le ganaba ningún niño, y por tener todas las perfecciones, hasta maltrataba la ropa lo menos que maltratarse puede. Pero sus inauditas facultades no se habían mostrado todavía: iniciáronse cuando estudió la Aritmética, y se revelaron más adelante en la segunda enseñanza.

En el acto segundo, Eugenia, obediente á las sugestiones de su conciencia, se nos ofrece en los desiertos de la Tebaida para instruirse en el cristianismo, oyendo á sus antiguos solitarios; Aurelio, ó más bien el Demonio bajo su forma, la sigue y se empeña primero en pervertirla con lisonjas, y después empleando la fuerza; pero Eleno, dotado de poder maravilloso, se la arrebata, y se la lleva por los aires.

Porque ¿sabe usted cuál es el amor que sugería a usted esa moderación que usted cree inspirada por el amor respetuoso y obediente? ¡El amor dominante, egoísta! ¡Porque, esos placeres, de que usted gozaba, que le hacían prever otros mayores, debían a ella aterrarla!... Ella era también de carne y hueso, y al verse junto a usted se sintió sin fuerzas para resistir a la pasión exigente: ¡después, a solas con su propia conciencia, oyó su voz imperiosa!

Las habían recogido juntos, y al hacerlo sus manos trémulas y ávidas se encontraron entre el follaje. ¡Eh... dejar algunas! les gritaba inútilmente Ana. Amparo comía sin saber qué, por refrescarse la boca, donde notaba sequedad y amargor. Borrén miraba el grupo paternalmente, con ojos lánguidos de carnero a medio morir. La Tribuna pedía cuentas; Baltasar estaba por todo extremo obediente y cortés.

Hizo mil monerías felinas, se volvió dulce, obediente, prudentísima en todo, prometiendo cuanto se le exigía y más aún. Periquín, reprecioso, anda, mono, ¿verdad que me llevas? Anda, di que , bobo, anda. ¡Si vales más que todas las cosas! Anda, ¿qué Puertollano ni qué...? Vamos a Francia, ¡qué gusto, señor! ¡parece mentira! ¡Qué dirán cuando lo sepan Visitación y las de Lomillos!

La gloria no se consigue sino por el camino de la lealtad, sirviendo á Dios y al Rey. No hay más gloria que la que Dios da en su Paraíso, de la cual es simulacro é imperfecto remedo el culto que da en los altares el linaje humano á los escogidos de Dios. Además, la gloria en la tierra consiste en ser súbdito sumiso y obediente, no en vociferar por calles y plazuelas.

Esto de la humildad era cosa que no cesaban de cantarle al oído en la villa. Cuantos le tropezaban en la calle y se dignaban ponerle paternalmente la mano sobre la cabeza, le decían: ¡Cuidado con ser humilde! obediente y sumiso con las señoras que te han recogido por caridad, ¿entiendes?... por caridad.

Las sangrientas conmociones que registra la historia de Tayabas, no obedecen á otro móvil que al religioso culto que rinden á lo suyo. Todo lo que tiene el tayabense de díscolo, tiene de humilde y obediente, acudiendo á cualquier llamamiento que se haga á sus sentimientos, sabiéndolo llevar. La provincia de Tayabas es la más fácil y difícil de gobernar.

, padre. ¿Exorcista y lector después? , padre. Y obediente y piadoso como un hermano profeso, pero nunca has hecho voto de castidad. ¿No es cierto? Así es, padre mío. Pues nada te impide entrar en el mundo y vivir en él tan libremente como el que nunca ha pisado el claustro.

Y declaro como fiel y obediente vasallo de Su Majestad Imperial el señor Carlos V, por quien derramaré desinteresadamente hasta la primera gota de mi sangre, que no sigo en el partido si Su Majestad no lo firma. Mal pudiera oponerse la Junta a tanta generosidad.