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Actualizado: 19 de junio de 2025


Desengáñate, no hay saber como ese de cogerle a uno la muñeca y mirarle la lengua, y decir al momento en qué hueco del cuerpo tiene aposentado el maleficio.... Dicen que don Teodoro le saca un ojo a un hombre y le pone otro nuevo, con el cual ve como si fuera ojo nacido.... Miá que eso de ver un hombre que se está muriendo, y con mandarle tomar, pongo el caso, media docena de mosquitos guisados un lunes con palos de mimbre cogidos por una doncella que se llame Juana, dejarle bueno y sano, es mucho aquel.... Ya verás, ya verás cómo se porta D. Celipín el de Socartes.

La alegre ciudad, cuyo aspecto es el de una perpetua sonrisa, miraba desde sus murallas el vuelo de aquellos mosquitos, y aunque picaran, los recibía con coplas donosas, como los bilbaínos de la presente época. Cuando el bombardeo hizo verdaderos estragos, los llantos y lágrimas perdiéronse en el bullicioso rumor de aquel hervidero de chistes. Pero eran contadas las desgracias.

Metidos siempre en el agua para arrastrar la canoa y casi descalsos, durante el dia éramos devorados por las picaduras ponzoñosas de los quejenes, á los que reemplazaban, por la noche, enjambres de mosquitos mas encarnizados todavía.

Pertenece á los peces y á las plantas, á los mosquitos que vuelan en torbellinos encima de los remolinos y á los grandes árboles que el agua y los aluviones del arroyo hinchan de savia. Entre estos seres que buscan para ellos la mayor parte de cuanto es de su dominio, existe una guerra implacable; cada uno, en lucha por la existencia, vive en detrimento de su vecino.

-Pues advertid, hermano -dijo Sancho-, que yo no tengo don, ni en todo mi linaje le ha habido: Sancho Panza me llaman a secas, y Sancho se llamó mi padre, y Sancho mi agüelo, y todos fueron Panzas, sin añadiduras de dones ni donas; y yo imagino que en esta ínsula debe de haber más dones que piedras; pero basta: Dios me entiende, y podrá ser que, si el gobierno me dura cuatro días, yo escardaré estos dones, que, por la muchedumbre, deben de enfadar como los mosquitos.

Nada resiste a la bala; el caimán herido, abre la boca más grande aun, si es posible, que cuando se ocupa en cazar mosquitos, levanta la cabeza, la sacude frenético, y se arrastra, muchas veces moribundo y cubierto de heridas pues la lentitud de sus movimientos permite hacerle fuego repetidas veces para ir a morir en el seno de las aguas o en su cueva misteriosa. Angostura.

Cerró la ventana, fingiendo un miedo pueril á los mosquitos, y Robledo tuvo que retirarse desalentado. A la misma hora el ingeniero Canterac escribía en su mesa de trabajo, terminando una larga carta con estas palabras: «... y tal es mi última voluntad, que espero cumpliréis. ¡Adiós, esposa mía! ¡Adiós, hijos míos! Perdonadme

Yo creo que el sol de América le echaba a perder el cutis. Los mosquitos le hacían más daño todavía. Barragán permanecía silencioso con el fiero semblante contraído, mostrando bien lo poco grata que le era aquella visita. Los chicos no parecían advertirlo y siguieron piropeándole todavía tirándose uno al otro la pelota en el tono más suave y meloso que puede imaginarse.

Y si no temiera ofender las instituciones, me atrevería a ponerlos en parangón con los del salón de conferencias del Congreso y de la Bolsa, seguro de que tampoco habían de desmerecer. El sol aún seguía bañando una parte no insignificante del paseo. Los chiquillos resaltaban sobre la arena como un enjambre de mosquitos en una mesa de mármol.

Ríanse del traje en buena hora, que en cuanto sean despachados los mosquitos que zumban más allá del caño de Sancti-Petri, volveremos acá y haremos que los redactores del <i>Semanario Patriótico</i> se vistan de papel impreso, que es la moda francesa que más les cuadra.

Palabra del Dia

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