United States or Austria ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tosía continuamente, sintiendo cierta opresión en el pecho. Los conocimientos que había adquirido del cuerpo humano, en su afán de estudiarlo todo, no lo permitían engañarse. Moriría como la pobre Lucy.

; mataría y moriría después; estaba decidido. Y miró al balcón, procurando dar a sus ojos la más insolente expresión de reto; pero se fijó con insistencia en el teniente. Tenía buenas espaldas, su cabeza morena no era de víctima, le colgaba del talle un espadín y además, según informes de Andresito, tenía entre sus amigotes fama de bruto.

Porque si ahora yo callara, moriría. 20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo; y entonces no me esconderé de tu rostro: 21 Aparta de tu mano, y no me asombre tu terror. 23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricación y mi pecado. 24 ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo?

Tuve miedo... de repente se me presentó lord Gray, quien me estrechó en sus brazos repitiéndome con ardientes palabras que me quería mucho. Fue un segundo y nada más, pero en aquel segundo lord Gray me dijo que me era forzoso partir con él, porque si no moriría de desesperación... Nada de eso me habías dicho. Te tenía miedo. Verás lo demás. Me reuní al instante con mi madre y con el lego.

De esta manera grave y prudente se solazan los dos antiguos soldados de D. Carlos casi todas las tardes del año. El pueblo lo sabe, y hay entre sus jocosos habitantes entabladas varias apuestas sobre cuál de los dos moriría primero de apoplejía. Fray Diego había servido también en las filas del Pretendiente.

¡Dios de Dios! exclamó el sargento mayor, atusándose el mostacho y parándose delante de Luisa, el un pie adelante, afirmando el cuerpo en el otro y la mano en la cadera; ¿pues por qué, buena moza, no estoy yo ahora en Nápoles? ¿Qué diablos tendrá que hacer este tunante en Nápoles? pensó Quevedo ; oigamos, y palabras al saco. Es que si te fueras y no me llevaras, yo moriría de pesar.

Dicen que soy orgullosa, fría, áspera, y acaso tengan razón. Pero no puedes quejarte, porque te has logrado introducir en el único rincón apacible que hay en mi alma. Si no me hubieses enseñado lo que es amor, moriría sin conocerlo, porque ningún otro hombre haría lo que has hecho.

Tal vez viviría años, tal vez moriría en una de estas crisis; lo importante era que llevase una existencia plácida, sin profundas emociones. Y las dos señoras, que conocían su verdadero estado, lo lamentaban cuando él no estaba presente. ¡Tan joven! ¡tan afectuoso y tímido!

Y fue a sentarse cerca de una de las infinitas señoritas de Ciudad. Ricardo permaneció algunos instantes clavado a la butaca sin mover siquiera un dedo. Después se levantó bruscamente y salió de la sala. Don Serapio, al fin, terminó de llorar ausencias de su dama, asegurando en una última fermata que, si tal estado de cosas se prolongaba, moriría sin remisión.

¡Oh! exclamó la joven , esa sonrisa divina, esa mirada ardiente, esa alma en vuestros ojos... ¡Oh! ¡Marta! ¡Marta! si fuerais mi madre, me moriría de felicidad. Pues bien; , Elena... Laura, eres mi hija: yo soy tu madre.