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Actualizado: 10 de julio de 2025


Tuve miedo... de repente se me presentó lord Gray, quien me estrechó en sus brazos repitiéndome con ardientes palabras que me quería mucho. Fue un segundo y nada más, pero en aquel segundo lord Gray me dijo que me era forzoso partir con él, porque si no moriría de desesperación... Nada de eso me habías dicho. Te tenía miedo. Verás lo demás. Me reuní al instante con mi madre y con el lego.

Yo eché a correr como un loco, en plena noche, llevando como un jirón del corazón de Magdalena aquel manojillo de flores en que había ella puesto sus labios e impreso mordeduras que yo saboreaba como besos. Caminaba al azar, ebrio de alegría, repitiéndome una frase que me deslumbraba como la luz de un sol naciente. No me preocupaba ni de la hora ni de las calles.

Durante todo el camino he ido repitiéndome los términos empleados por Lacante en esta conversación y los de mis respuestas. ¿Debía revelar a Lacante mis compromisos con Luciana, a pesar de mi promesa de no decírselo a nadie? ¿Por qué debía hacerlo así?... Por temor de que a Lacante se le haya puesto en la cabeza darme su hija.

Porque mi mujer, me sacaba los ojos, repitiéndome: ¿Serás capaz de no hacer nada por el desgraciado hijo de Eulogia? el pobrecito no sirve para nada, y en ninguna parte estará mejor que en el Ministerio. Y me lo traje, y ahí está; el servicio público no ganará gran cosa, pero mi mujer y la prima Eulogia están contentas.

Al volver a casa, iba repitiéndome incesantemente por el camino: «Hanckel, esto que es tener suerte! ¡A tu edad, un tesoro como ese!... ¡Grita, pues, salta como un loco! ¡Es lo menos que puedes hacer después de un acontecimiento semejante!...» Y, sin embargo, yo no sentía la más mínima gana de saltar o de gritar.

Palabra del Dia

godella

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