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Actualizado: 19 de junio de 2025
Pronosticó, que puesto que don Federico iba a residir en aquel país, ninguno de sus habitantes moriría sino de viejo. Fray Gabriel se manifestó tan contento de aquella resolución, y sobre todo de ver a la tía María tan alegre, que abundando en los sentimientos de esta, se aventuró a soltar un gracejo, que fue el primero y el último de su vida.
Escucha, Paulita, continuó; sabes cuanto te amo y cuanto te adoro, sabes que me siento otro cuando me envuelve tu mirada, cuando sorprendo en ella una centella de amor... sin embargo, si nada conseguimos, soñaría en otra mirada tuya y moriría dichoso porque un rayo de orgullo pudiese brillar en tus ojos y dijeses un día al mundo señalando mi cadáver: ¡mi amor ha muerto luchando por los derechos de mi patria!
¡Oh, cállate, Rodolfo! ¡Cállate! y posó sus labios sobre los míos. Si yo no volviese murmuré, tendrías que ocupar mi puesto, porque entonces tú serías la única representante de nuestra casa. Tu deber entonces sería reinar, no llorarme. Irguióse con toda la majestad de una Reina y exclamó: ¡Sí, lo haría! ¡Ceñiría la corona y representaría mi papel! Pero ¡ah! mi corazón moriría contigo...
Protestó Benina, sosteniendo que la enfermedad de Ponte era de las que exigen trato casero y de familia; en el Hospital se moriría sin remedio, y así, valía más que ella se le llevara a la casa de su señora Doña Francisca Juárez, la cual, aunque había venido muy a menos, todavía se hallaba en posición de hacer una obra de caridad, albergando a su paisano el Sr. de Ponte, con quien tenía, si mal no recordaba, lejano parentesco.
Este movimiento de la huerta hacia la barraca de su enemigo era una prueba de que Pimentó se hallaba grave. Tal vez iba á morir. Estaba seguro de que las dos balas de su escopeta las tenía aún en el cuerpo. Y ahora, ¿qué iba á pasar?... ¿Moriría él en presidio, como el pobre tío Barret?... No; se continuarían las costumbres de la huerta, el respeto á la justicia por mano propia.
De casarme con Julio, Laura se moriría. ¡Cómo exageras! Tú no la conoces, supones que se trata de una novelera. Al contrario, hay en ella una sinceridad absoluta para consigo misma, y en todas sus cosas tiene la reserva y la discreción más delicadas. Pero llena de alma como es, lo cifró todo en el amor y el amor no ha tenido piedad para con ella.
Se revolvía contra la nada de la muerte. ¡Aquella carne de su carne estaba pudriéndose en un cementerio ignorado de Alemania! ¿Y esto era todo?... ¿Ya no había más?... ¿Moriría ella á su vez y no volvería á encontrar en una existencia superior aquel hijo en el que había concentrado toda su voluntad de vivir? ¿Se borrarían ambos en la realidad, como dos puntos microscópicos, como dos átomos, cuya vida nada significa?...
La pobrecita tendría una gran pena dijo Salvador. ¿Se moriría de pena? preguntó Cordero con ingenuidad pueril. Tanto como morirse.... No se moriría, no.... ¡pero qué desamparada, qué sola se quedaría en el mundo! ¿Quién comprendería su mérito? ¿quién le tendería una mano?
Don Pablo Dupont hizo llegar hasta él ofrecimientos de limosna para sostener su vejez, aunque le consideraba el principal culpable de todo lo ocurrido, por no haber enseñado a sus hijos religión. Pero el viejo rehusó todo socorro. Muchas gracias, señor: admiraba su caridad, pero moriría de hambre, antes que aceptar una moneda de los Dupont.
Y toda la gente de la huerta, hasta las mujeres y los niños, parecían contestar con sus miradas de mutua inteligencia: «Sí; á ver.» Las plantas parásitas, los abrojos, comenzaron á surgir de la tierra maldita que el tío Barret había pateado y herido con su hoz la última noche, como presintiendo que por culpa de ella moriría en presidio.
Palabra del Dia
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