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Cuentan de Alberto Magno que, yendo en peregrinación de Roma á Alemania, pasó una noche á las orillas del Po, en la cabaña de un pescador. Agasajado allí muy bien, quiso el doctor probar su gratitud al huésped, y le hizo y le dió un pez de madera, tan maravilloso que, puesto en la red atraía á todos los peces vivos. No hay que ponderar la ventura del pescador con su pez mágico.

La adulación de comparar á Carlos II, sin actividad ni energía, nada menos que con Alejandro Magno, que sale al campo contra Tiro, es demasiado grosera. El estilo es defectuoso, hinchado y lleno de hojarasca. Al hacer la descripción de la conquista de Tiro, parece haber utilizado la de esta ciudad que se encuentra en Curcio, lib. IV, cap. 4.º .

El Parque, adornado con numerosos cordones de bombillas eléctricas, presentaban un aspecto hermosísimo que era realzado por la animación que se notaba en los alrededores, por donde cruzaban centenares de personas á pie, en coches y en automóviles para presenciar el magno acontecimiento.

Desde hacía algún tiempo venía consagrando toda la fuerza de estos lóbulos a la resolución de un problema magno, el mismo que había anunciado vagamente a su yerno como algo que el mundo debía de acoger con asombro y aplauso. Este problema, hora es ya de revelarlo, no era otro que el origen del pensamiento. El ingenioso Sánchez, a la hora presente, sabía de un modo perfecto la geografía cerebral.

Debemos hacer mención expresa del famoso poema del Cid, el más antiguo y original monumento de la lengua y poesía castellana, cuya composición se fija de ordinario con alguna certeza á mediados del siglo XII. Algunos creen que eran semejantes á esta poesía los cantos asturianos populares y heróicos más antiguos , escritos en versos, compuesto cada uno de otros dos, parecidos á los de los Nibelungen y primeras obras rimadas provenzales, y á los de las poesías posteriores de Apolonio de Tiro y de Alejandro el Magno . Esta opinión no se funda, sin embargo, en razones convincentes.

Además que no ha cantado nada malsonante, sino una canción de las que cantan las gentes finas, en la que dice que una joven llamada Atala... ¿Qué pamplinas va usted a contarme, don Modesto? dijo Rosita indignada . ¡Si no sabré yo lo que dice el Año Cristiano de Atila, que fue un rey de los bárbaros que invadieron a Roma, y de quien triunfó la elocuencia de San León el Magno, Papa a la sazón!

La tumba de la archiduquesa Cristina, mausoleo magnífico que la vanidad ha levantado, dió orígen, y por ello ya merece perdonarse, á que Canova, el escultor sin rival, desplegara todo su talento en la obra. Los que amen las artes, por poco que entiendan de escultura, no salgan de Viena sin visitarla. Otro templo notable es el de San Pedro, construido el año 800 por Carlo Magno.

Lo que más abunda es el papiro, desde los tiempos de Ransés II, el Sesostris de las historias clásicas. Siguen los escritos en papiro, después de la conquista de Alejandro Magno, en el periodo helénico de los Ptolomeos, durante la dominación romana y en la época bizantina.

Y alardeando de apasionada y ofendida, se levantó con el pelo suelto yendo a ponerse de media anqueta en un brazo de la butaca donde él estaba, diciendo: Anda pichón, dime todo lo que has hecho, y si mientes... te ahogo. Pues, mira: ayer me levanté a las doce, almorcé, y a las dos me tenías en el Consejo magno de ferrocarriles Hispánicos. ¿Y qué pito tocas allí?

De sus sabrosas burlas y sus veras El magno CORDOVES un cartapacio Disparó, y aterró quatro vanderas. Daba ya indicios de cansado y lacio El brio de la barbara canalla, Peleando mas flojo y mas despacio. Mas renovóse la fatal batalla Mezclandose los unos con los otros, Ni vale arnes, ni presta dura malla,