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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Pero ni aun así se comprende; porque los rumanos de Austria son un pueblo como anexionado y sometido y unido artificialmente á otros pueblos de muy distinto origen, mientras que los gallegos, como los asturianos, forman el núcleo, y el germen, y la raíz, de donde ha brotado esta gran nación. ¿Cómo reniegan ahora de ella, al menos en apariencia, y propenden, si no á irse literariamente con los portugueses, á separarse por el habla, vehículo y expresión del pensamiento, y á formar rancho aparte, permítaseme lo vulgar en virtud de lo gráfico de la expresión?
En la calle no se encuentra sino al pobre vendedor de legumbres, sucio y harapiento; los barberos afilan filosóficamente sus navajas, detras de sus celosías bajas; los aguateros asturianos empiezan su tarea, arriando sus diminutos pollinos cargados de pequeños toneles de agua; los mozos de café, trasnochados por sus innumerables é inamovibles parroquianos, bostezan, se estiran voluptuosamente, y hacen traquear sus coyunturas como matracas.
¡Y usted se atribuye la invención! dijo con sorna Malespina . Pero, hombre de Dios, si los asturianos fueron los primeros que en tal cosa pensaron, y desde el 30 de mayo salieron de Gijón mis queridísimos amigos D. Andrés Ángel de la Vega y el vizconde de Matarrosa, hijo del conde de Toreno... ¡Bah, bah!... Estos diplomáticos han perdido la chaveta.
Estos campesinos segándolas el cuello por montes y barrancos probaron que con la borona no habían perdido el ardimiento. Y en las luchas de la inteligencia, en los nobles certámenes de las ciencias y de las artes muchos asturianos criados con borona alcanzaron, señor, honra imperecedera.
Debemos hacer mención expresa del famoso poema del Cid, el más antiguo y original monumento de la lengua y poesía castellana, cuya composición se fija de ordinario con alguna certeza á mediados del siglo XII. Algunos creen que eran semejantes á esta poesía los cantos asturianos populares y heróicos más antiguos , escritos en versos, compuesto cada uno de otros dos, parecidos á los de los Nibelungen y primeras obras rimadas provenzales, y á los de las poesías posteriores de Apolonio de Tiro y de Alejandro el Magno . Esta opinión no se funda, sin embargo, en razones convincentes.
Cuando se hubo perdido el ruido de sus pisadas, el padre Aliaga llamó y se presentó el lego Pedro. Que pongan al instante la silla de manos. Algunos minutos después, dos asturianos conducían á palacio al padre Aliaga. Había cerrado la noche y seguía lloviendo. En el mismo punto en que el confesor del rey salía del monasterio de Atocha, salía del de las Descalzas el cocinero mayor.
Conviene, sin embargo, señalar dos fenómenos de estos tiempos remotos, que sirven de lazo al drama posterior, á saber: los bailes pantomímicos, usados en Asturias desde la más remota antigüedad , y la epopeya heróica, que surgió lozana y vigorosa, y creció después con el estrépito de las batallas, siendo de presumir, aunque los más antiguos monumentos de la poesía castellana alcancen sólo hasta la mitad del siglo XII, que las primeras hazañas guerreras de los valientes asturianos fueron celebradas en cantos.
Todos le querían: los capitanes vascos, sobrios en palabras, rudos y de tuteo confianzudo; los capitanes asturianos y gallegos, enamoradizos y derrochadores, que desmienten con su carácter la avaricia y la tristeza de tierra adentro; los capitanes andaluces, que parecen llevar en su gracioso lenguaje un reflejo de la blanca Cádiz y sus vinos luminosos; los capitanes valencianos, que hablan de política en el puente, imaginando lo que podrá ser la marina de la futura República; los capitanes de Cataluña y de Mallorca, conocedores de los negocios tan á fondo como sus armadores.
Semejante acuerdo mueve gran alboroto entre los nobles asturianos, y Bernardo, á la cabeza de los revoltosos, obliga al Rey á revocar su promesa. En las primeras escenas de la comedia los grandes expresan un sentimiento nacional exasperado, y Bernardo lee el texto á su tío.
Mas léjos, al derredor de una fuente pública, se agrupan en desórden los aguadores asturianos, de calzon corto y alpargata, chaqueta remendada, camisa indefinible, sombrero diminuto y fisonomía contradictoria, en cuyos rasgos parecen luchar la imbecilidad del servilismo y la inquietud del genio pendenciero.
Palabra del Dia
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