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Juan I, en fin, envió á Francia una suntuosa embajada para invitar á los poetas provenzales á pasar á España, y fundar en Barcelona una academia de juegos florales á imitación de la de Tolosa. Dotóla de privilegios y cuantiosas rentas, y los reyes, que le sucedieron, rivalizaron en concederle marcadas pruebas de su protección .

Tan escaso resto de las obras dramáticas de ese periodo, conservado hasta nosotros, es debido á la misma causa, que ha contribuído á que sólo conozcamos pocas reliquias de las novelas y leyendas provenzales.

Este verso yámbico incipiente, con su estructura á todas luces arbitraria, en opinión de un crítico muy autorizado en esta materia , es poco conforme al genio de la lengua española, careciendo de aquella sencillez y natural caída de sílabas, que se halla siempre en la poesía popular, por lo cual se conjetura que es una imitación de los modelos provenzales, extraños á aquélla . Proponíase el poeta, según todas las apariencias, superar á los cantores populares, celebrando al héroe que hacía las delicias del pueblo y era famoso en sus cantares, y dar á estos materiales una forma más pesada y menos popular.

Nadie ha podido informarme aquí acerca del particular, ni siquiera Francet Mamaï, mi tañedor de pífano, quien conoce de pe a pa las leyendas provenzales. Francet piensa, lo mismo que yo, que debe de ser reminiscencia de alguna antigua crónica del país de Aviñón, pero no he oído hablar jamás de ella, sino tan sólo por el proverbio.

Así vemos que el francés, que es el único idioma moderno que no haya adoptado para su versificacion la prosodia poética inventada por los provenzales, de que hablaremos mas adelante es en manos de sus mas grandes poetas, un instrumento pobre é insonoro, por no contar con mas recursos métricos que con los que le presta el número de sílabas y la repeticion de la rima, lo que hace que los franceses hayan llegado hasta el grado de negar que exista una armonía poética fuera de estas dos condiciones materiales.

Está ricamente iluminado, y lo adornan pequeñas miniaturas, que representan cantores, bufones y bailarines. El autor de esta historia no ha podido verlo, pero ha examinado composiciones de él, publicadas por lord Stuart, y ha visto que por sus formas son semejantes á las provenzales, y por su dialecto á las gallegas. V. á Raynouard, Journal des savants.

Los príncipes y grandes comenzaron entonces á llamar á su lado á los poetas más distinguidos, y hasta se creyeron honrados cultivando también su arte. Hubo, pues, dos clases de poetas provenzales. Llamábanse trovadores, por oposición á los cantores del pueblo, los poetas no mercenarios que se consagraban al arte de la poesía, y principalmente á la lírica.

Cuando más apurados, más gala, contestó mi mujer entre amostazada y risueña, y me impulsó con su brazo hácia adelante. A los tres minutos nos hallábamos á la puerta del famoso restaurant Vefour, que ocupa casi el centro de la fachada Norte del Palacio Real, al lado de los Hermanos Provenzales, que tienen tambien un restaurant de primera tijera.

El roman-wallon, que tambien fué en su orígen un dialecto poético, aunque mas áspero y seco que el provenzal, produjo los troveros ó trouveres, que no deben de confundirse con los trovadores ó trouvadours, que son provenzales. Son los troveros los que primero compusieron los fabliaux, y los lais de amor.

Y no crean que es mentira lo que cuento; doscientos mil provenzales lo han visto.