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Actualizado: 2 de junio de 2025
Á lo largo de la carrera, que habían de andar los augustos esposos, desde la puerta de la Macarena hasta la catedral, se levantaron diversos tablados, en los cuales imágenes animadas figuraban el poder y las virtudes del emperador.
Mirando en otra direccion, se ve en el arrabal de San Roque el monumento llamado Caños de Carmona, admirable acueducto romano de 410 arcos, y á un lado la gran fábrica de salitres; en el arrabal de la Resolana el hermoso hospital de la Caridad y la Maestranza; en el de Macarena el espléndido hospital militar; y en el de San Bernardo la famosa fundicion de cañones de bronce.
Se acordaba poco de Dios y blasfemaba de él en los momentos difíciles, con el automatismo de la costumbre; pero ahora era otra cosa: iba a darle gracias a la Santísima Macarena, y penetró en el templo con aire compungido. Todos entraron, menos el Nacional, que abandonó a su mujer y a la prole, quedándose en la plazoleta.
Y esta mocita preguntó Feli , ¿cuándo se casa?... ¡Anda! exclamó la vieja con impúdica risa . ¡Pues si ahí donde usted la ve, está más abierta que la puerta de la Macarena!... Es la mujé de mi hijo Rafaé, al que yaman el Boto... Tiene trece años; pero más mocita me casé yo con mi difunto... a los once.
Gallardo, ofendido por el mal gesto del cuñado, no se había atrevido a pisar su tienda, situada en las afueras de la Macarena, ni a apearle el ceremonioso usted cuando de tarde en tarde le encontraba en casa de la señora Angustias. Voy a ver cómo corren a naranjazos al sinvergüenza de tu hermano había dicho a su mujer al ir a la plaza.
Una sanluqueña rubia, doradita como una doblilla, con unos ojos negros, grandes, de macarena, que hay que comérselos. ¿He dicho algo, compare? Y sin más preámbulos, me confió prolijamente sus secretos amorosos con la emoción ansiosa de un adolescente.
Y abandonando sin escrúpulo a la Macarena con el egoísmo del dolor, como se olvida una amistad inútil, iba otras veces a la iglesia de San Lorenzo en busca de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, el hombre-dios coronado de espinas, con la cruz a cuestas, imagen del escultor Montañés, sudorosa y lagrimeante, que respira espanto.
Cuando acababan los cantos, prorrumpía el público en aclamaciones de entusiasmo obsceno, y otra vez era glorificada la Macarena, la hermosa, la única, la que daba... disgustos a todas las Vírgenes; y el vino circulaba en vasos a los pies de la imagen, y los más vehementes le arrojaban el sombrero como si fuese una moza guapa; y no se sabía ya qué era lo cierto, si el fervor de iluminados con que cantaban a la Virgen o la orgía ambulante y pagana que acompañaba su tránsito por las calles.
Con ello se inauguró la casa nueva, de la que estaba orgulloso el talabartero, mostrando el patio, las columnas y los azulejos, como si todo fuese obra de sus manos. Se casaron en San Gil, ante la Virgen de la Esperanza, llamada de la Macarena.
Tres años antes, en la mañana del Viernes Santo, cuando ya se retiraba la Macarena a su iglesia luego de vagar toda la noche por las calles de Sevilla, este pecador, que era un buen muchacho y andaba desde el día antes de juerga con los amigos, había hecho detener el «paso» ante una taberna de la plaza del Mercado.
Palabra del Dia
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