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Actualizado: 2 de junio de 2025


Y á mas de las escuelas humanas habia la del Hombre-Dios, la Iglesia de Jesucristo, que entre sus dogmas sobrenaturales conservaba tambien las verdades naturales, que esfuerzos insensatos se empeñaban en hacer olvidar. Invencion con respecto á Dios, al espíritu humano, y á la moral, no la hay; todo lo que se diga de verdad, estaba dicho ya.

Después del largo sermón de las siete palabras, la noche del Viernes Santo, don Guillén tenía la voz tomada, hendida, un poco estridente. Había sido actor, durante dos horas, y ante un auditorio de reyes, infantes y demás tropa palatina, en el drama de los dramas: la pasión y muerte del Hombre-Dios. Su rostro no se había despojado aún de la persona o máscara trágica.

Ella dice que se hizo la transicion de la sociedad vieja á la nueva, del modo que estaba pronosticado en el libro misterioso; que llegada la plenitud de los tiempos, apareció sobre la tierra un Hombre-Dios, quien fué á la vez el cumplimiento de la ley antigua, y el autor de la nueva; que todo lo antiguo era una sombra y figura, que este Hombre-Dios fué la realidad; que él fundó la sociedad que apellidamos Iglesia católica, le prometió su asistencia hasta la consumacion de los siglos, selló su doctrina con su sangre, resucitó al tercer dia de su crucifixion y muerte, subió á los cielos, envió al Espíritu santo, y que al fin del mundo ha de venir á juzgar á los vivos y á los muertos.

Y abandonando sin escrúpulo a la Macarena con el egoísmo del dolor, como se olvida una amistad inútil, iba otras veces a la iglesia de San Lorenzo en busca de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, el hombre-dios coronado de espinas, con la cruz a cuestas, imagen del escultor Montañés, sudorosa y lagrimeante, que respira espanto.

Había sembrado en ellos su pensamiento, queriendo acelerar la cosecha, y como en los cultivos forzados y artificiales, que crecen con asombrosa rapidez para no dar más que frutos corrompidos, el resultado de su propaganda era la podredumbre moral. ¡Hombres, al fin, como todos! ¡La fiera humana buscando su bienestar a costa del semejante; perpetuando el desconcierto y el dolor para los demás, con tal de gozar de la abundancia durante una vida de unos cuarenta años! ¡Ay!, ¿dónde encontrar al ser superior ennoblecido por el culto de la razón, haciendo el bien sin esperanza de recompensa, sacrificándolo todo por la solidaridad humana, el hombre-dios que embellecería el porvenir...?

Palabra del Dia

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